Investigar se había convertido en tu principal actividad desde hacía más o menos una semana. Tus estudios, tu trabajo a medio tiempo, tus hobbies: todo eso había sido movido a un segundo plano. Ni siquiera estabas comiendo en condiciones, lo que había repercutido notablemente en la tonalidad de tu piel, que había adquirido un color enfermizo, y bajo tus ojos había ojeras que preocuparían incluso a un universitario en plena época de exámenes. Aún así, no podías dejar de indagar por internet y libros históricos, por más que tu cabeza doliera y que tu estómago exigiera un almuerzo en condiciones.
No había ni un solo documento que no hubiese sido revisado por ti. En un bloc de notas habías apuntado todas las páginas web de interés con las que te habías topado. Incluso fuiste capaz de contactar con una abogada de aspecto extravagante. Joven y con una personalidad agradable, parecía saber bastante sobre las civilizaciones antiguas y sobre sus arcaicos dioses. Por ahora, aún no habías podido concretar una cita con ella para charlar sobre tus dudas, pero ella había prometido que contestaría a cada una de tus preguntas. Parecía una mujer de palabra, por lo que confiabas en ella.
Tenías muchas dudas en tu mente, y todas revoloteaban alrededor de la persona que había puesto tu mundo de cabeza. Cada vez que te ibas a dormir, múltiples cuestiones se sumaban a las que ya tenías, y las dudas se sembraban incansablemente como si tu cerebro se tratara de un campo de cultivo. Comenzabas a hartarte de aquel insomnio, y la música, especialmente aquella interpretada con la lira, era capaz de relajarte. Por eso mismo, la única persona cercana a ti que era capaz de ayudarte era el propio causante de tus inquietudes.
Tez pálida como la leche, grandes y expresivos ojos de color aguamarina, complexión delgada cubierta por sudaderas modernas y cómodas, voz suave y tranquilizante y cabello azulado que parecía brillar por cuenta propia. Todos aquellos rasgos pertenecían a una única persona capaz de acelerar su corazón con solo acercarse a ti. Venti, el cantautor cuya fama cada vez se catapultaba más, parecía haber dominado cada parte de ti. Tanto tus pensamientos como tu corazón habían pasado a pertenecer a él, incluso si temías confesarlo en voz alta.
Había sido complicado no sucumbir a sus encantos antes. Desde que le viste por primera vez, pensaste que era bonito y parecía un buen chico. Ahora que era tu mejor amigo, habías podido corroborar esos pensamientos. Por suerte, estabas en lo correcto. Venti no solo era hermoso (no por nada su apariencia había acompañado a su fama actual) y buen chico, sino que era un paquete completo. Amigable, generoso y extrovertido, era capaz de adaptarse a cualquier situación sin importar las complicaciones que surgían.
Con ello, había conquistado con gran facilidad tu corazón. No sabías con exactitud cuáles eran tus verdaderos sentimientos por él. Quizás era una simple atracción por su joven belleza. Tal vez era admiración por su talento y sus buenas cualidades. Pero también existía la posibilidad de que te hubieses enamorado. Eso explicaría la manera en que tu corazón se aceleraba últimamente cuando sus ojos conectaban con los tuyos o el calor en tus mejillas cuando te tomaba de la mano por cualquier motivo que lo mereciese.
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Reincarnation [Venti x lector/a]
FanficBarbatos siempre supo que este momento llegaría. Ya había perdido a Venti hacía cientos de años, y eso le llevó a asumir su identidad en un intento desesperado por hacerle perdurar eternamente. Pero, cuando te conoció a ti, no pudo evitar encariñar...