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Annie Leonhart.

No sé cuántas copas habré tomado esa noche, o cuánto tiempo estuve pidiendo ayuda en el callejón de aquel bar, junto a Historia, mi mejor amiga, que estaba, en las mismas o peores condiciones que yo entonces.

Solo sé que ahora estamos siendo arrastradas, débiles, camino a quién sabe donde, y solo Dios sabrá para qué.

Papá, lo siento. No debí salir de casa como me dijiste.























































24 horas antes.

Historia le había insistido a Annie salir a beber esa noche, pues recientemente se había enterado sobre la infidelidad de su novio, Reiner, y quería olvidarse de eso.

Si, así. A la antigua, como si la pequeña rubia fuece una experta en el trago, y Annie aceptó la salida mucho antes de pedir permiso, o de preguntarse siquiera si eso era una buena idea en primer lugar.

Por supuesto, el señor Leonhart, un hombre controlador y reservado, le ordenó quedarse en casa. Sin embargo, Annie lo ignoró y se escapó por la ventana cuando este se fué a dormir.

Cuando llegó al bar, se le permitió entrar en seguida al ser amiga de alguien tan importante como Reiss.

—¡Annie!—Besó su mejilla y la abrazó.—Me alegra verte.—Sonrió.

Luces, alcohol, y música fuerte.
Maldita sea, pudieron simplemente tomar algunos tragos en casa. La incomodidad en el rostro de Annie era muy evidente.

—Sé que no te gustan estos lugares, por eso significa mucho para mi que hayas venido.

Se sentaron. No es como que en su casa la pase mejor.

Bueno, si.

—Descuida, puedo tolerar estar aquí un rato. ¿Cómo te sientes?

—Ya mejor, pero, igual quise salir un poco, te extrañé mucho y-

—Señorita.

Llegó la mesera, con un trago. Ella
se lo entregó cordialmente a la joven Reiss, que tenía una cara de extrañeza.

No había ordenado nada aún.

—Cortesía por la joven de allá.—Señaló al fondo.

Alta, morena, con lindas pecas afornando su rostro y de sonrisa arrogante. Alzó su trago brindando mientras veía a Historia.

Historia copió el gesto, sonrojada.

Leonhart observó todo en silencio, desconfiando un poco de aquella chica que le había invitado un trago a su amiga.

—¿Viste eso, Annie?—Sonrió.

—Si.

Le alegraba en serio que su amiga sonriera, pero sentía algo en su estómago esa noche. Un mal presentimiento.

Revisó el trago, y una vez que se aseguró de no portar alguna sustancia extraña, soltó un suspiro. Tal vez era la paranoia de estar rodeada por tanta gente después de mucho tiempo.

La morena de hace rato llamó la atención de la mecera azabache, que se inclinó para escuchar. Ambas miraban fijamente a las pequeñas rubias.

Las de ojos azules por supuesto notaron eso, pero lo dejaron pasar al ver que la morena sacó su celular y que la mecera se fué a su área de trabajo.

Fué a la barra, preparó un par de tragos más y se acercó a Annie e Historia.

—Permiso.

Antes de que pudiera ir se de nuevo, Annie llamó su atención.

Missing. [Mikannie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora