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Jungwon subió a su transporte de cada día, lo primero que hizo al tomar asiento fue pensar en aquella chica. Su estrés por los exámenes de final de año lo habían tenido muy ocupado y con la mente en otro lado, que ni siquiera pudo pensar en ella.

Sonrió al llegar a la parada. Había memorizado en donde esperaba siempre el bus, así que cada día esperaba llegar para poder verla.

Su ánimo se fue al no ver a la chica ahí, y en su lugar, dos ancianos. Una mueca de formó en su cara y bajó su vista.

¿le habrá pasado algo? — fue lo que pensó, algo preocupado por la muchacha.

El bus cerró sus puertas para ir seguir la ruta. Acabando con cualquier esperanza de Jungwon por verla.

— ¡espere, por favor! — un grito lo sacó de sus pensamientos. Llevó su mirada a la ventana y sus ojos parecieron iluminarse.

Ahí estaba ella, regulando su respiración luego de aquella carrera contra el reloj por alcanzar su medio. Su cabello lucía despeinado y el uniforme que normalmente estaba prolijo, ahora estaba un poco arrugado.

tiene linda voz.— se dijo a sí mismo, pues era la primera vez que la escuchaba hablar y esperaba no fuera la última.

La vio subir y dudar un momento, como si algo le faltara. Jungwon la miraba con cautela, esperando no ser descubierto en su acción, más entrando en un estado de nervios al verla acercarse a su lugar, tomando asiento a su lado.

Casi se escogía en su sitio. Nunca había estado tan cerca  de ella y sentía que esto era demasiado.

Por su lado, ella buscaba algo en su mochila. Jungwon rápidamente dedujo que aquello eran sus audífonos, pues ahora no los usaba. Más su búsqueda no fue exitosa, quedándole de única opción quedarse mirando sus manos.

A su lado, Jungwon trataba de relajarse, se encontraba bien alejado de ella, casi queriendo dejarle todo el espacio. Desde el rabillo del ojo, la veía y apreciaba. Su lindura parecía irreal y era algo que lo cautivaba. Un suave aroma llegaba a su nariz y le encantó. Aquella piel de porcelana más un cabello brillante.

es muy linda— sonreía levemente con un sonrojo formándose en su rostro. Alternaba su vista hacia la avenida, intentando disimular.

En cuestión de minutos, que para Jungwon se hicieron eternos, llegaron al destino de la chica. La misma, abandonó el automóvil dejando al joven anonadado.

Soltó un suspiro, poniendo una mano en su pecho sólo para notar su corazón acelerado por la presencia de la chica. Se llamaba tonto a sí mismo junto a una risa. Relajó su cuerpo y vio a su costado, donde segundos antes yacia la fémina. Aquel cable de color blanco casi brillaba antes sus ojos. Estaba seguro que eran los audífonos de ella.

Dudando un poco, los tomó para guardarlos. Eso sería la llave para acercarse. Por primera vez, Jungwon se sentía más motivado que nunca y sabía que el destino le había dado está oportunidad y no debía rechazarla.

𝙻𝙰 𝙲𝙷𝙸𝙲𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙱𝚄𝚂 | 𝙹𝚄𝙽𝙶𝚆𝙾𝙽. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora