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Era un día lluvioso, parecía que el cielo se caía y las calles estaban llenas de agua. El olor a tierra mojada era agradable, pero el hecho de estar mojado no era de su agrado. Jungwon no tenía muchas ganas de ir a la escuela, sinceramente un día como hoy prefería estar en su casa relajado, disfrutando el clima mientras tomaba chocolate caliente y se quedaba envuelto en sus sábanas. Sin embargo, era un muchacho responsable, y su obligación era ir a la escuela.

Esperaba llegar a la parada de la pelinegra, quién yacía allí esperando con un paraguas.

Al subir, pareció buscar al muchacho, quién levantó su mano para indicar donde estaba, hasta el último asiento del autobús en la esquina con vista a la ventana.

A pasos pesados, Abril llegó hasta él, soltando su mochila y sin molestarse en quitar sus audífonos, tomó lugar junto al pelinegro, viéndolo vagamente para soltar un bostezo, murmurando un buenos días y sin sonreír.

—tal vez... hoy prefiero escuchar música, nada más — susurró, tendiendo un audífono a Jungwon. Su voz estaba diferente a otra veces, más floja y con pesar, se notaba que había llorado hacía poco, sin embargo, Jungwon se mantuvo en silencio y tomó el aparato para ponerlo en su oreja.

Se empezó a reproducir una canción que Jungwon rápidamente reconoció. Abril, por su parte, cerró los ojos y su cabeza reposó en el hombro del contrario, quién también dejó caer la suya.

"estoy roto, ven y arréglame"

"empiezo a quererte sin darme cuenta"

"en tus profundos brazos más suaves que un terciopelo espero poder dormir"

"espero que vengas a rescatarme"

Incluso en un estado de sueño, seguía consciente y analizaba la letra de la canción, tomando personal las frases, sin olvidar que Abril puso este tema voluntariamente. Jungwon trataba de atar cabos, su cabeza estaba hecha un desorden. Se preguntaba muchas cosas.

¿querrá decirme algo? ¿debería preguntarle? ¿será sólo mi imaginación?

El toque en su mano lo hizo abrir los ojos, dejando de lado sus pensamientos para ponerse un poco nervioso al ver como la chica reposaba su mano sobre la de él, tomandola y dando un leve apretón. Estaba algo desconcertado, sin embargo, al toparse con los ojos de la fémina, sólo pudo sonreír y volver a la posición en la que estaban antes, quedando dormidos el resto del camino.

𝙻𝙰 𝙲𝙷𝙸𝙲𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙱𝚄𝚂 | 𝙹𝚄𝙽𝙶𝚆𝙾𝙽. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora