Todos alguna vez nos preguntamos que hubiera pasado si las cosas fueran diferentes.
En esta historia lo descubriremos.
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Leah Black siempre a tenido lo que desea, pero está vez se complica cuando lo que tanto anhela es al hijo de su padrino.
Harry P...
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Las vacaciones siempre eran un gran descanso para los estudiantes, en especial para Leah, ya que no tenía que preocuparse por perros de tres cabezas, dragones o un maestro que lleva a Voldemort en la nuca. El cuál por cierto, estaba obsesionado con matar a su mejor amigo.
Sus vacaciones en general fueron muy tranquilas, claro, tomando en cuenta que vivía con los merodeadores.
Casi todos los días, los Potter cenaban en su casa o viceversa. Era imposible que James y Sirius se mantuvieran separados por tanto tiempo.
Leah se escribía con sus amigos, Herms, Ron y los gemelos. Extrañamente, Harry no había recibido ni una carta.
- es que es súper extraño Harry, Mione me escribe cada semana para contarme de sus vacaciones, Ron es algo perezoso pero dudo que no te haya mandado ni una carta -
- no me importa Leah, contigo tengo más que suficiente -
Esa noche en especial Harry estaba mas decaído de lo usual, Leah muy a su pesar tuvo que aceptar que algo en Harry había cambiado.
El brillo en sus ojos era diferente, tras esa pelea que marco el inicio.
También su actitud había cambiado, estaba algo paranoico y parecía tener mayor madures a la de un niño de doce años.
Sus padres también lo habían notado, por eso en cuanto las vacaciones iniciaron, James comenzó con entrenamientos de duelo para que Harry estuviera preparado.
Pero solo ellos sabían para que tenía que estar preparado.
- ¿Aún te duele? - pregunto Leah mirando una pequeña quemadura que Harry tenía en su brazo.
El chico había conjurado mal un encantamiento de fuego, lo que había provocado la quemadura.
- ya no tanto, mamá me hizo beber una horrible poción -
Lily al principio no había estado de acuerdo con los entrenamientos, pero solo fue cuestión de que su esposo le recordara que tenían suerte de estar vivos para que la maga aceptará.
- ¡Chicos! ¡La cena está servida! -
Ambos bajaron, en la mesa ya se encontraban sus madres y los tres merodeadores.
- ¡Lunático! - Leah se lanzó a los brazos de su tío que la recibió con una sonrisa - ¡Hace como mil años que no te veo! -
