Eléboro

2.4K 309 645
                                    


Eléboro.

Anika Morningstar era una mujer joven, de las treintaicinco primaveras que habían visto sus ojos, diez habían transcurrido dentro del instituto Blight, donde comenzó a dar clases en todos los niveles académicos, excepto por preescolar.

Daba clases de introducción a la psicología clínica en college, ética y salud mental en High School, desarrollo mental en middle school, y talleres infantiles ocasionales para Elementary school, también solía ser la consejera del edificio de middle school.

En general, era querida por los alumnos, y bastante conocida también, el tipo de profesora al que le podías confiar problemas en casa para entregar una tarea un poco más tarde, o que te dejaría dormir en el pupitre en su clase al verte cansado.

Pero eso no era lo que la hacía famosa dentro del instituto Blight.

Había... Rumores sobre la señorita Anika.

Cómo el hecho de que siempre que llevaba un paraguas, tarde o temprano empezaría a llover, sin importar que tan soleado estuviera el día.

O el cómo algunos habían jurado verla hablar con animales callejeros.

Pero había un rumor en particular.

El más importante.

Porqué... Siempre resultaba ser verdad.

Y es que, para las clases de la profesora Anika, siempre se debía trabajar en pareja, con un compañero que siempre sería asignado por ella.

La regla principal era clara.

No había cambios.

Y en diez años, jamás había cedido, por ninguna circunstancia, a cambiar a los miembros de una pareja.

Curiosamente, aunque algunos comenzaban llevándose mal, o teniendo complicaciones al trabajar, a mediados del ciclo escolar, terminaban trabajando armonía, así no se llevaran del todo bien.

Pero había algo MUY particular en el orden de las parejas.

A veces eran más, a veces eran menos, pero siempre.

SIEMPRE.

Estaba el triángulo del destino.

Así era cómo los alumnos llamaban a las últimas tres parejas que la señorita Anika elegía para cualquiera de sus clases.

Si te tocaba ser parte de estas últimas tres, tenías un destino garantizado.

Ser parte de la antepenúltima pareja era una condena, de alguna manera, así los miembros fueran mejores amigos, o se llevaran muy bien a lo largo de todo el ciclo escolar, al poco tiempo de terminar el semestre tendrían una pelea cruel y dramática, siempre sucedía, y siempre había un escándalo a causa de ello.

Ser parte de la penúltima era una promesa, ya que los miembros de ese equipo terminarían realizando una hazaña extraordinaria y reconocida, y en general, terminarían estableciendo muy fuertes lazos entre sí, a veces incluso, llegando a ser pareja.

Pero ser parte de la última...

Era una profecía.

Ya que si te tocaba formar parte de la última pareja anunciada por la maestra Anika.

Habías encontrado al amor de tu vida.

Los primeros, seleccionados cuando la señorita Anika dio su primera clase en último grado de middle school, llevaban, precisamente, diez años juntos, de ellos, 5 años, felizmente casados.

El pecado de florecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora