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La vida de un pasante del M16 no era ni de cerca tan glamorosa como Thomas había imaginado que sería.

Por una parte, las sedes -sedes reales, no el edificio del SIS en Vauxhall que el público conocía- le asustaban. Había cámaras por doquier. El edificio entero era inteligente, y había vigilancia electrónica incluso en el lavabo. Le tomó un poco acostumbrarse.

Afortunadamente, aunque él tenía que compartir su habitación en el centro de entrenamiento con otro pasante, la habitación no tenía cámaras de seguridad, lo cual les permitía algo de módica privacidad.

No era como si Thomas viese mucho su habitación. Entrenaba dieciséis horas al día, y a veces más. Hasta ese momento, su entrenamiento incluyó ejercicio físico, armas, equipamiento, computadoras y sistemas electrónicos, idiomas, y por supuesto, combate.

Al menos todo su entrenamiento físico parecía estar dando frutos: sus brazos empezaron a lucir malditamente bien, y si realmente echaba un vistazo al espejo, Thomas podría ver algo parecido a un six-pack. O al menos un four-pack4.

Sin embargo, no era como si pudiese usar sus relucientes músculos nuevos para pescar chicos calientes. De hecho, Thomas estaba tan cansado después de las sesiones de entrenamiento que simplemente se tiraba de cara en la cama y dormía como un muerto.

No podía recordar haber dormido tan bien desde... tal vez desde que su madre murió. No podía recordar mucho de ella. A veces, pensaba que podía recordar un cálido y seguro abrazo y una suave voz cantando una canción de cuna, pero esos recuerdos eran brumosos, como un sueño.

No sabía si eran reales o no. Era tan malditamente injusto que no pudiese recordar mucho de su madre, pero si pudiera recordar perfectamente la cara de desprecio de su tío y cada palabra cargada de odio que le dijo. Pequeño maricón inútil. Tu madre debió haberte abortado cuando tuvo la oportunidad. No eres nada más que una carga. Un parásito.

Después de vivir dos años con la ira inducida por el alcohol de su tío, Thomas huyó, pero esas palabras permanecieron con él. Se juró a sí mismo que nunca más sería una carga para nadie. Considerándolo todo, Thomas podía llamarse suertudo. Pudo haber sido peor, mucho peor. Su tío nunca lo lastimó físicamente. Nunca lo obligó a dormir fuera en el invierno.

Bueno, estar bajo la "protección" de Tucker no era mucho mejor.

Comparada con su antigua vida, la vida de Thomas como pasante del M16 era linda y fácil. Ni siquiera le importaba que él parecía ser el único enrollado en ese intenso programa de entrenamiento.

—Estoy tan celosa de ti —le dijo Kira, otra pasante dos semanas después de haber empezado el entrenamiento, mientras tomaba un descanso para almorzar. —Pregunté por ahí. La aceleración del programa de entrenamiento es para casos especiales. Eso significa que tendrás una misión real pronto.

Thomas asintió tenía el presentimiento que había sido reclutado con una misión específica en mente. Estaba muy curioso por ello y un poco nervioso. Pero antes que pudiese decir algo, se dio cuenta que la atención de Kira estaba en otra parte.

—Ese agente especial está mirándonos —susurró emocionada. Thomas siguió su mirada.

Se paralizó cuando vio al Agente 11. No lo había visto desde que lo llevó a las instalaciones de entrenamiento semanas atrás. El Agente 11 era tan molestamente caliente como lo recordaba. Los hombros y brazos del hombre lucían injustamente bien en ese traje, y el contraste entre su blanca camisa y su cuello lleno de lunares era... Thomas apartó sus ojos de él y se dijo severamente que debía dejar de comerse con los ojos a hombres hétero. En las semanas pasadas, había escuchado suficiente sobre A11 como para saber que el tipo era tan recto como se podía.

(in)apelable ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora