dodici

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Thomas intentó enojarse con Dylan, pero no era realmente alguien de guardar rencor. Ahora se sentía un poco deprimido y estúpido. El Agente 11 solo había estado haciendo su trabajo cuando lo besó. No era la intención de Dylan ilusionarlo.

Thomas no tenía motivos para estar enojado o molesto. No era culpa del agente que Thomas tuviera un flechazo por él: un hombre mayor hétero que estaba fuera de su alcance. Estaba siendo estúpido e irrazonable.

Debería centrar sus esfuerzos en hacer el trabajo y terminar la misión. Cuando la misión terminara, era muy probable no ver mucho a Dylan de todos modos. Los agentes especiales normalmente tenían poco que ver con los novatos. En lugar de tranquilizarlo, la idea hizo que una bola de ansiedad se asentara en su estómago. Thomas esperaba poder ocultar lo mal que se sentía pero, por supuesto, Dylan lo notó.

─Estás enojado ─dijo cuándo se unió a él en la ducha esa tarde. Thomas mantuvo sus ojos fuera del cuerpo de Dylan. No tenía ganas de ser humillado de nuevo al tener una erección inapropiada.

─Un poco ─admitió con una sonrisa triste, enjuagando su cabello y mirando a cualquier parte menos al otro hombre. ─No importa ─Dylan tomó su barbilla y levantó su rostro.

─¿Qué pasa, Tommy? ─a Thomas nunca le había gustado que le llamaran de una manera diferente que Thomas, pero le gustaba la forma en que Dylan le decía Tommy: cálido, afectuoso y suave. Parecía cariñoso. ─Háblame ─dijo Dylan mirándolo. ─Puedes decirme cualquier cosa. Somos un equipo, ¿recuerdas?

Thomas lo miró y no supo qué decir. Todo lo que quería en ese momento era esconder su rostro contra el cuello de Dylan y dejar que lo abrazara y le acariciara el pelo.

Esto era jodido. Lo suyo por Dylan era la mezcla más extraña de capricho, deseo primitivo y una infantil necesidad de comodidad.

─No es nada ─dijo Thomas bajando la mirada y odiándose a sí mismo por ser tan infantil al respecto.

─¿Es por el beso? ─sorprendido, Thomas lo miró y se sonrojó bajo la mirada comprensiva de Dylan, que murmuró: ─No deberías dejar que algo tan superficial como un crush te deprima cuando lo estás haciendo tan bien ─Thomas arrugó la nariz y se rió entre dientes.

─Podrías haber tenido la decencia de fingir que no notaste nada, ya sabes. Esto se está poniendo mortificante ─sonriendo, Dylan lo besó en la nariz.

─No hay nada mortificante al respecto ─dijo ─Yo también tuve dieciocho años. Recuerdo cuanto apestó.

─No te creo ─dijo Thomas, apoyando su mejilla sonrojada en el pecho mojado de Dylan. ─Probablemente también eras ardiente a los dieciocho. Probablemente tenías a todas las chicas detrás de ti.

─Bien ─dijo Dylan. ─¿Me creerías si te dijera que tenía granos?

─No ─dijo Thomas, sonriendo con pesar. Dylan dejó caer un beso en la parte superior de su cabeza.

─Pasará, Tommy.

─Lo sé ─Thomas suspiró. ─Pero todavía apesta. No puedo esperar para superar esto ─desesperado por cambiar el tema, dijo: ─¿Tuviste la oportunidad de revisar las cámaras en la habitación shibari?

─Sí ─dijo Dylan, sus manos enjabonadas se deslizaron sobre la espalda de Thomas. ─Hay tres. Sin infrarrojos. Dos puntos ciegos en la habitación, uno detrás de la columna y el otro a la izquierda de la puerta

─Thomas cerró los ojos, tratando de visualizar la habitación en su mente. La había visto fugazmente, pero la recordaba. Excepto que tenía problemas para concentrarse. Las manos de Dylan le distraían demasiado.

Lo extraño era que el toque de Dylan no se sentía impersonal y frío. Dylan lo estaba lavando como si tuviera todo el derecho a tocarlo, sus manos confiadas y gentiles. Thomas separó sus caderas. La situación era bastante embarazosa.

─La columna ─dijo aclarando su garganta. El ultrabook que le había dado el M16 podía ser pequeño, pero el resplandor de su pantalla lo delataría en una habitación oscura, a menos que Thomas lo usara detrás de la columna. Él frunció el ceño. ─¿Estamos seguros que el programa puede descifrar la contraseña del USB en unos minutos?.

─No es la primera vez que lo uso. El programa fue desarrollado por nuestros mejores hackers. Hay muy poco que no puede descifrar.

─¿Muy poco? Eso no es muy tranquilizador ─las manos enjabonadas de Dylan se movieron hacia la parte baja de su espalda.

─Los expertos confían en que funcionará. Además, Brylsko no es del tipo que emplea programadores de primer nivel. Es demasiado paranoico, cree que lo apuñalaran por la espalda y le robaran todo su dinero.

─¿Entonces cuando lo haremos? ─dijo Thomas tratando de ignorar el peso perfecto de las manos de Dylan en su espalda baja.

Diablos, se sentía... su agujero se apretó y su pene se volvió dolorosamente duro cuando imaginó los largos dedos de Dylan deslizándose más abajo y acariciando sus nalgas.

─Cuanto antes, mejor ─dijo Dylan, sus manos enjabonadas bajaron, rozando las nalgas y los muslos de Thomas. ─Así que será esta noche.

Thomas ya no podía concentrarse en la conversación. ─Está bien ─logró decir, alejándose.

No pudo mirar a Dylan a los ojos mientras se apresuraba a salir del baño.

En serio, a la mierda su vida.

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(in)apelable ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora