VIII

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Kim Namjoon, amigo muy cercano de Jin, lo recogería a las ocho y media.

Habían planificado toda la mañana. Primero acudirían al hospital para un chequeo rutinario, después darían un paseo juntos y más tarde, se reunirían con unos viejos amigos para ir a un club.

Puedes quedarte en la cama hasta tarde Kookie –habían sido las
últimas palabras de Jin la noche anterior–. Te lo mereces, después del ritmo de trabajo que te ha impuesto Taehyung.

Jungkook se había quejado, pero a duras penas había accedido.

Estaba exhausto, pero no tenía ninguna relación con el trabajo. Su cabeza funcionaba a todas horas, sin descanso. Estaba enamorado de Taehyung y no veía una salida. ¿Tendría que marcharse y renunciar al trabajo? Si se quedaba, se seguirían viendo cada vez que visitase a su hermano.

Esos sentimientos nunca desaparecerían. Un solo encuentro bastaría para que renacieran las viejas heridas y apareciera el deseo.

Pero, cada vez que pensaba en marcharse, pensaba en una vida donde viviría anclado en el recuerdo y esa alternativa tampoco le gustaba. O quizás tendría que consentir en tener una aventura con él, disfrutar el
momento. Pero, ¿eso no sería peor?

Taehyung se cansaría de él, se iría y Jungkook se sentiría un fracasado.

Se había dormido pasada la medianoche, pero había tenido un montón de pesadillas. Tardó unos segundos en darse cuenta de que los golpes en la puerta no formaban parte de otro mal sueño.

Era SeokJin. Jungkook lo miró con
ojos somnolientos y el pelo revuelto.

¿Qué hora es? –preguntó.

¡Las ocho en punto!

¿Hay algún problema con Nam? – apreció que Jin estaba completamente vestido mientras se despertaba lentamente–. ¿Necesitas que te acerque? Me vestiré en un momento. Suelo despertarme más temprano. Lo siento.

¡Eres un diablillo! –exclamó ante la sorpresa de Jungkook–. Claro que, en el fondo, lo presentía. No soy estúpido. ¿Te importa si entro? No tardaré. Namjoon llegará en un par de minutos, si esque no se ha dormido.

Sonrió y entró en la habitación de Jungkook. Se instaló en la butaca, junto a la ventana.

Toda esa cháchara acerca de la partida de Taehyung... ¡Tendrías que haber jugado limpio conmigo! No... supongo que te preocupaba mi reacción. Pero, por dios Jungkook, no hay motivo. ¡No te imaginas qué
feliz me hace! Ayer ya te noté un poco acalorado, distinto. Tienes que
admitir que tengo muy buen ojo.

Jungkook no tenía la menor idea de lo que estaba hablando. Se puso la bata y se sentó en el borde de la cama.

Estás encantado –dijo Jungkook–. Y yo me alegro.

Realmente, te echaré de menos. Quizás tenga que marcharme de este viejo caserón... no imagino que pueda sustituirte. Ya no sería lo mismo.

¿Sustituirme? –Jungkook empezó a marearse–. No había pensado
marcharme, Jin.

Por el momento, claro –señaló y consultó su reloj–. ¡Señor, es tardísimo! Me temo que tengo que irme, pero quiero que sepas me has hecho un hombre inmensamente feliz.

¿Porque he planeado mi marcha? –preguntó Jungkook, dolido.

Jin, de pie, tomó las manos de Jungkook entre las suyas y le dio un
apretón.

𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐊𝐢𝐦 | 𝐕𝐊𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora