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El pueblo

Es pintoresco, no lo negaré, tiene su encanto,hay una iglesia, la biblioteca, un puerto, unas pocas casas de comidas caseras, y la casas, algunas grandes y otras medianas.

Dejo mi bicicleta fuera de "La casa de Tiana" es una cafetería, también restaurante, quien lo atiende es Tiana y su nieta, unos amores de personas.

Subo los escalones de la entrada y al abrir la puerta suena una campana, me sonríe desde el mostrador.

- Hola Dylis- me saluda Tiana.

- Buen día Tiana- me acercó, ella dejó una bolsa en el mostrador.

- Lo de siempre, batido de chocolate y tarta de manzana- le entregó el dinero.

- Por eso eres mi favorita, nos vemos- me despido con una sonrisa.

Dejó las cosas en la canasta de la bici, me voy alejando mucho, cuando se empieza a ver toda la arboleda de la entrada del pueblo, divisó a unos metros el cartel.

Escucho el ruido de un auto, giro mi cabeza y veo el Cadillac marrón,ese maldito auto, todos los conocen, en ellos andan la "seguridad", si te encuentran haciendo algo prohibido, te llevan.

Mantengo la calma y puedo ver la carpa roja con lineas blancas, el circo, me olvide, están patrullando por eso, en mi opinión son inteligentes, se pusieron a cinco metros de la entrada de Eingesperrt, no los pueden tocar.

Empiezo a pedalear más rápido y me tiro para la parte de la calle de tierra, salto de la bicicleta protegiendo mi mochila, cuando me levanto y sacudo mis pantalones.

Mi desayuno, perdí un gran batido de chocolate.

El ruido de la puerta me sobresalta,coloco mi mochila en mi hombros y empiezo a correr, lo más cerca es el circo, salto el vallado banco y me escabullo entre las casilla, miro para atrás, los dos tipos me buscan con la mirada, gracias abuela; no me doy cuenta cuando paso unas cortinas,me tropiezo con un caño a la entrada, me tomo de otro caño, todo el lugar está lleno de cajas, esas cajas que llevan luces, parlantes, cables; sigo caminando y veo a una chica volando, y como otro la toma de las piernas, gente haciendo acrobacias, mi hermano me habló mucho de este lugar, cree una gran admiración por él, además de que trabajo acá, sigo con mi vista a las dos personas que están sobre mi cabeza. Siento como mi espalda choca contra algo, mejor dicho alguien, cuando me doy vuelta para disculparme, tengo que levantar la vista, y me topo con unos ojos grises, Remus Stan, tiene algunos mechones de su cabellos oscuro, sobre su frente, una mandíbula marcada, labios finos; me escanea de arriba a abajo, es muy fácil saber que no está feliz, todas la personas se quedan calladas cuando se dan cuenta, frunce el ceño.

- ¿Para qué hay seguridad si van a dejar que cualquiera pase?- su voz sale fría y autoritaria.

Por donde creo que es la entrada, aparecen dos hombres grandes con el nombre de seguridad en el pecho.

- Alguien puede sacar a esta cualquiera de acá- les grita, abro los ojos.

- Disculpa- vuelva su vista a mi- ¿cómo me llamaste?

- Encima sorda- baja su cabeza hasta estar a milímetros de que nuestras narices choquen- cualquiera.

- Bueno te informo que esta cualquiera, entro a tu estúpido circo porque me seguían- todos los que están se tapan la boca con la mano.

- ¡SAQUENLA AHORA!- les grita a todos.

- Tranquilo niño, me voy sola- le pasó por el lado y salgo por donde están los de seguridad

Escucho como se queda gritando a los demás, y admiraba a ese imbécil, él nació en el pueblo, es uno de los tantos que se fue, todos dicen que es la única razón por la que él está acá.

Mascaras (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora