Fuqboi || ❝Prefiero arrancarme la lengua a dejar que me beses con la tuya.❞
Lysandra Lancaster sabía que su amigo era un mujeriego sin remedio y ella se repetía que nunca caería en sus juegos. Oh, pero qué equivocada estaba.
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⟼Marauders e...
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【𝟭𝟯𝗝𝗘𝗟𝗢𝗨𝗦𝗬】
Lysandra salió casi corriendo del salón donde se había llevado a cabo la junta semanal de prefectos. No se encontraba de humor para discutir estrategias sobre cómo controlar a los revoltosos estudiantes que no respetaban el toque de queda, ni para averiguar qué pareja había dejado un condón usado y unas bragas rosas en un armario de escobas.
Tampoco estaba de humor para las pláticas banales de sus compañeros. Ella tenía cosas mas importantes por las cuales debía de preocuparse, por ejemplo, que su abuela aún no le respondiera la carta.
Hace ya más del mes que Lysandra le había enviado la carta a su abuela y no sabía cómo interpretar la ausencia de una respuesta, podía ser buena o podía ser mala; no toleraba la intriga, la traía de los nervios.
Estaba tan ansiosa que apenas tocaba la comida, en clases no se mostraba participativa y su insomnio había empeorado.
"Lo único bueno es que he bajado de peso", se repetía para no sentirse peor, pero no funcionaba porque sabía que bajar de peso de esa manera la hacía parecer enferma. Por eso trataba de evitar a Los Merodeadores a toda costa, sobre todo a James y Sirius, no quería que la hostigaran con preguntas. Podría mentirles, sí, pero no estaba lo suficientemente estable como para crear mentiras decentes.
Y para sumarle más ansiedad a su cuerpo, Ky Prior se la pasaba siguiéndola y observándola desde que habían terminado en la sala común de Ravenclaw; ese día no era la excepción, lo vió por el rabillo del ojo cuando salió del aula.
Lysandra sintió punzadas en su cabeza, estaba segura que pronto llegaría su límite y explotaría.
Pero decidió ignorar al Hufflepuff, al igual que hacía con todos sus problemas: los ignoraba hasta que desaparecían, o se hacían tan enormes que se veía obligada a hacer algo al respecto.
Se dejó caer en el asiento que usualmente ella y sus amigos escogían de su mesa soltando un suspiro, era de las primeras en llegar al Gran Comedor. Observó a unos niños de primero ensimismados hojeando un libro y no pudo evitar sentir nostalgia al recordar cuando ella era así, una niña curiosa sin preocupaciones (tan graves como las de que tenía en este momento, porque siempre estaba su abuela), cuando el mundo era más fácil.
Ahora tenía que lidiar con una guerra mágica, sus padres en peligro y una posible boda con algún sangre pura, o lo que sea que su abuela le tuviera planeado, si es que todavía la consideraba digna de estar en la familia.
Merlín, ¿por qué su vida tenía que ser tan complicada? ¿Por qué le había tocado ser bruja?
Y no es que realmente le molestara, porque no podía imaginar una vida sin magia, pero no dudaba que su vida hubiera sido significativamente más fácil si hubiera nacido sin saber sobre el mundo mágico. Tal vez no tuviera ese molesto nudo en la boca del estómago que la acompañaba desde lo ocurrido en Noche Buena; una vida sin gastritis no estaría nada mal.
