Fuqboi || ❝Prefiero arrancarme la lengua a dejar que me beses con la tuya.❞
Lysandra Lancaster sabía que su amigo era un mujeriego sin remedio y ella se repetía que nunca caería en sus juegos. Oh, pero qué equivocada estaba.
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⟼Marauders e...
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【 𝟭𝟲 𝗧𝗛𝗘 𝗙𝗜𝗥𝗦𝗧 𝗚𝗢𝗢𝗗𝗕𝗬𝗘 】
Estaba corriendo; el sudor ya comenzaba a escurrirle por la frente y las piernas le ardían, pero, puta madre, como extrañaba la adrenalina recorrer su torrente sanguíneo, se sentía renovada.
Pararon justo en la entrada de las cocinas, James rascó la pera y entraron en cuanto se abrió el cuadro.
Los tres chicos se voltearon a ver y rompieron en carcajadas.
Lysandra no recordaba la última vez que había reído tanto, su estómago le dolía por tantas carcajadas. Sirius, James y ella habían estado recuperando el tiempo perdido en esas casi cuatro semanas que habían pasado.
Llevaban tres bromas en esa semana, y eso que a penas era martes.
Inspiró profundamente hasta que le dolieron los pulmones, luego acomodó su cabello que estaba hecho un desastre.
—¿Qué?—le preguntó a Sirius cuando se percató que la estaba viendo.
—Nada, nada.—respondió sonriendo, pero sin dejarla de ver. Lysandra rodó los ojos.
Ultimamente eso pasaba, ella lo cachaba mirando y él sólo sonreía como si nada. No le molestaba, al contrario, le gustaba tener su atención en todo momento. Pero había algo que le rascaba su interior cada vez que lo atrapaba observándola, no era desagradable ni malo, pero le era extraño, ajeno, como si eso no debería de estar ahí; Lysandra le echaba la culpa a su gastritis.
James puso medio pastel de chocolate sobre una mesa.
—Nuestro premio.—extendió su brazo con elegancia. No pasaron ni 5 segundos cuando Lysandra y James ya estaban atacando al pastel.
—Saben, no es sano comer pastel a las 6 de la mañana.—habló Sirius mordiendo una manzana.
—¿A quién le importa si es sano? Esto es delicioso.—la Ravenclaw juntó las cejas y gimió de placer.
Se quedaron en las cocinas hasta que terminaron todo el postre.
—Chicos, creo que voy a vomitar.—Lysandra sujetaba su abdomen con ambas manos.
—Yo tengo que ir al baño.—se escuchó un gruñido.
—Prongs, ¿eso fue tu estómago?—el chico asintió con una mueca.
—¡Godric! Tengo que irme.—el de lentes salió corriendo escaleras arriba. Sirius reía en voz baja.
—Les dije que no era sano comer pastel tan temprano.
—Oh, cállate Padfoot.—gruñó la morena.
Salieron al patio principal y se sentaron en una banca.
