—siéntate donde quieras—
—esta bien, creo que ya se donde me sentare—soltó una pequeña risa y me miró, nuestras miradas se cruzaron, pero baje rápidamente mi cabeza mirando el escritorio.
Se acercó y tomó aciento junto a mi, no sabía cómo reaxionar, antes de poder decir algo me miró y susurro —hola —dijo sonríendome.
Lo mire saludándolo con la mano y volví a mis cuadernos nervioso, me calcomian las preguntas, ¿es el? ¿Deveria decir algo? ¿que debía hacer al respecto?
Al acabar la clase salí del aula, el me siguió y una vez que llegamos a un lugar sin gente paso su brazo por sobre mis hombros y intentó sacarme tema de conversación..
Si antes estaba confundido ahora más.
Con el pasar de los días el seguía intentando hablar conmigo hasta hacerse cada vez más cercano a mi.
A tal punto que el me contó su historia y yo le conté la mía...