Capitulo 29✔️

5.2K 800 286
                                    

Faltaba poco, ya casí acababa.

Te encontrabas vistiendote, con aquel vestido tan característico de aquella princesa.

Respiraste hondo y exhalaste.

Ya era la hora.

Saliste del vestidor para que empezaran a maquillarte, y la encargada de ello fue Aoi, ya que no le gustaba como lo hacían las demás chicas.

—Un poco más por aquí... —murmuro mientras delineaba tus ojos— Con eso está bien, no es muy simple ni muy llamativo, luce natural —Sonrió victoriosa por su trabajo.

—¡G-gracias! —Contestaste algo ansiosa.

—Vamos —Dijo tomandote de la mano caminando apurada en dirrección al escenario.

—¡Kyojuro! —Le nombraste entre dientes al verle— ¡La solución! ¡La solución! —sacudías tus manos nerviosa.

—¡Aquí está! —Dijo sacando detrás de su espalda cinta adhesiva transparente.

—¿Que es esto? —Preguntaste retóricamente tomándola en una de tus manos y con la otra señalandola.

—Cinta adhesiva.

—Ya se que es cinta adhesiva, ¡¿Pero por que esto es la solución?!

—Bueno... —Puso su mano en su mentón —Lo vi con Senjuro en un programa de televisión —Subió su dedo índice mientras sonreia— ¡Supuse que funcionaria perfecto!

Soltaste un suspiro de decepción.

—Bueno... Peor es nada. —Tras ello Kaigaku hizo presencia— Ven, Ponte esto —Indicaste.

—¿Que? No. No me voy a poner esa jodida mierda, pontela tú. —Respondió de mala gana.

—Los dos nos las vamos a poner ¿O es que me quieres besar? ¿Quieres algo a cambio? ¿Te pago?

El solo hizo una mueca.

—No quiero tu dinero, dame esa mierda. —Exclamó arrancandote la cinta de las manos para ponersela mientras murmuraba reproches.

—Así me gusta, obediente. —Te burlaste.

Te la entregó de nuevo para que tu hicieras lo mismo.

—Rengoku, ¿A donde vas? —Preguntaste al verlo retirarse.

—Me dieron permiso para ver el último acto con los demás, luego de que acabe volvere.

—Ya veo...

Empezaste a ponerte la cinta. Y una vez lista fuiste otra vez al escenario, el telón aún estaba abajo y producción seguía haciendo lo suyo.

Te recostabas en la "cama" que en realidad era solo una madera bien adornada.

Cerraste los ojos resando para no estallar en risa.

Kyojuro se dirigió hacía el público, ya estaba exhausto y ese mínimo descanso era una bendición.

Pudo divisar a Sanemi debido a que todos le miraban ansiosos de ver su reacción ante la escena, no dudo en acercarse para sentarse con él.

—Shinazugawa —le nombro en tono de voz moderado.

Él volteó hacía el contrario.

—¿Que haces aquí? ¿Ya lo resolviste? — No tardó en preguntar.

—Me dieron permiso de ver esta parte aquí. Ya le di la solución, tranquilo.

—¿Y cuál es?

—Cinta adhesiva —Contestó tranquilo acomodandose en su asiento.

—¿Que? ¡¿Tanto misterio solo para eso?! ¡Me tienes que estar jodiendo!

El rubio solo se limito a reir ante los reclamos.

—Está bien, no se besaran, no tendrán contacto. Aunque... —Hizo una pausa y llevo una mano a su menton pensativo— Técnicamente si se puede considerar un beso porque... —El Albino no le dejo terminar. Interrumpiendolo antes de oír algo que no quería.

—Cállate... prefiero quedarme con la primera idea.

—Si, lo siento. —Se disculpó sintiendose algo culpable ahora mismo.

—Solo dime algo más... —Pidió con los ojos apuñados.

—¿Que cosa?

—¿Es cinta transparente? —Preguntó ya frustrado. Temiendo de la respuesta.

—Sí... —Contestó incómodo.

—Ay mierda. —Tapo su rostro con ambas manos. Prefería morir ahora que ver eso.

El telón comenzó a abrirse.

Estabas nerviosa, tenías muchísimas ganas de explotar en risa, pero no podías.

•Una por la cinta, cada vez que movias mínimamente los labios dolía como el infierno.
•Dos por el esfuerzo, no podías hecharlo a perder al último, las consecuencias serían graves.

Te tranquilizaste como pudiste.

Mantenías los ojos cerrados, estabas bajo un hechizo, dormida eternamente en ese cama. Nada podía distraerte.

Cuando oíste el bullicio, supiste que por fin había dado inició.

Los pasos resonaban mientras tu solo querías pararte y tirarte del escenario.

La cara de Sanemi al ver como poco a poco el azabache se acercaba se arrugaba y fruncia cada vez más.

Poco a poco el muchacho se fue agachando para quedar a la altura de la "cama".

Los gritos y murmullos hicieron aparición una vez más.

—¡Lo va a hacer! ¡Lo va a hacer!

—Es idea mía... ¿O como que les brillan las bocas?

—¿Que? no se, no veo, tengo miopía.

—¡Silencio! —Ordenó uno de los profesores presentes.

Y en ese momento el príncipe por fin despertó a su amada princesa con un beso de amor verdadero.

—¡LA BESO! —Empezaron a decir lo que parecía ser obvio.

ONEGAI お願い | Sanemi Shinazugawa! Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora