Parte 56

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Al principio pensé que sería la peor de las clases porque la daría a solas con El Imbécil. No le soportaba y algo había removido en su cabeza aquel vestido amarillo porque no bromeaba, no hablaba de nada que no estuviera relacionado con el entrenamiento y no me miraba a los ojos. Rogué a mi tía para que viniera a supervisarnos, pero al ver lo mal que lo pasó el primer día, lo ansiosa que estaba por salir de casa a pesar de que era noche cerrada, no volví a pedírselo.

Ella siguió apoyando mis entrenamientos. Seguimos intentando hacer sesiones de relajación para mejorar mi concentración y autocontrol. "Intentando" porque no salían bien. Nos poníamos muy nerviosas y acabábamos gritando, pero al menos nos esforzábamos. Además, me entregó mi primer arma: un enorme cuchillo de cazador con una funda de pierna para ocultarlo. Me dijo que no era un regalo, era suyo, así que la maldición no le afectaría. La hoja era terrorífica y estaba tan afilada que cortaba con solo mirarla. La funda y el mango eran de color azul celeste, con dibujos de princesas Disney. No venía así de fábrica, había encargado que lo personalizaran para mí.

—Es un arma ilegal, la hoja es demasiado larga. Llévala solo por la noche, no la uses hasta que Ray te enseñe y si por cualquier motivo la policía te la requisa hazte la tonta y di que te la regaló tu novio de treinta años. ¿Entendido?

Afortunadamente la tensión entre Ray y yo se fue disipando conforme pasaban los días porque era innegable que lo que hacíamos era muy divertido. Teníamos superfuerza, un polideportivo entero para hacer el cafre y muchas ideas locas. Además, durante ese tiempo no sentía las agujetas y el ejercicio que hacía no me provocaba más.

Trepaba por cuerdas gruesas que colgaban del techo del pabellón. Gracias a mi fuerza de gorgona llegaba hasta arriba sin dificultad. Lo complicado era hacerlo mientras Ray agitaba la cuerda desde abajo, simulando el movimiento del águila agitándose en el aire. Cuando demostré que podía aguantarlo me hizo repetir varias veces con las piernas inmovilizadas, con un brazo atado a la espalda o con las manos embadurnadas de aceite.

Me caí. Me caí muchas veces, pero al parecer eso también era parte del ejercicio: aprender a caer bien. Aterrizar sin golpearme la cabeza, con las piernas relajadas y amortiguando la caída. Hacerlo sobre suelo liso, sobre las gradas, sobre el arco de una portería...

El tercer ejercicio lo hacíamos con balones medicinales. Él me los lanzaba y yo debía atraparlos sin caerme. Me lanzaba con fuerza varios seguidos. Al principio los cogía y se los devolvía, pero al parecer se trataba de guardar el equilibro al cogerlos, o no caerme si me golpeaban. El Imbécil se ponía creativo y me hacía ponerme a la pata coja, subirme sobre otro balón o sobre una portería. Siempre complicaba los ejercicios hasta que me hacía fallar. Él decía que debía conocer mis límites, pero para mí que simplemente no le gustaba perder.

El ejercicio más complicado de todos era el de la pelota en movimiento. Ataba un balón al extremo de una de las cuerdas que colgaban del techo, la hacía moverse en el aire y yo debía cazarla al vuelo, aferrarme a ella y subirme. Era extremadamente complicado porque nunca se acercaba lo suficiente al suelo, así que debía saltar o ayudarme de potros, porterías o hacer el parkour que se me ocurriera para cazarla. Solo lo logré una vez.

Ray también me hacía de sparring. Tenía la fuerza suficiente para aguantar mis golpes y yo para aguantar los suyos siempre que fuera gorgona. Era liberador. Después de horas siendo la más débil de todo el gimnasio, escuchar el sonido de mis puñetazos retumbando por el pabellón me alegraba el día, aunque Ray se pasara todo el rato corrigiéndome. Uno de los días perdí mi poder mientras estábamos practicando y me tumbó con un simple empujón, así que mi siguiente tarea consistiría en prestar atención a mi cuerpo, atender a las señales que me indicaban que volvía a ser humana. Protesté porque frente al águila era fácil, si el águila moría yo me transformaba, pero El Imbécil insistió en que era importante.

Cuervo (fantasía urbana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora