Días de cambió

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Mi cabello castaño y largo con reflejos algo más claros, pasó a ser corto un poco más encima de mis hombros, desmechado, con las puntas de mi lado izquierdo Rojas y de mi lado derecho azules, con un gran mechón de mi flequillo morado.

Mis orejas que sólo poseían los aros comunes, pasaron a tener tres aros más, uno hélix y dos en el lóbulo. Con aros diferentes pero que combinaban cada uno.

Aprendí a maquillar las marcas en mi rostro de manera sencilla y sutil, pero algo notorio también por parte de mis ojos y boca. Mis uñas igual, con un diseño en cada mano, dejando la de mi dedo corazón con un color diferente a la de las otras.

Ropa que daba a resaltar mi figura remplazo la antigua camiseta de Exel que cubrí gran parte de mi cuerpo.

Gargantillas, collares, brazaletes y accesorios de cabello eran ahora de mi pertenencia.

Charlas de auntotisma y consejos de hermanos mayores, junto a risas y bromas habían llenado mis días con gran alegría.

Juegos y pelis fueron uno de mis nuevos pasatiempos, nuevas novelas de ficción y fantasía adornaban mi biblioteca gracias a los gemelos y mi hermano, comidas chatara y helado de postre todos los días fueron un menú agradable, y el grato calor de sentirme linda por aquellos días me hicieron olvidar los defectos que recalque con los años.

En definitiva me agradaba mi nuevo yo y los días que había pasado junto a Hide, Beny y Nicy me habían hecho sentir como alguien diferente, no la típica adolescente retraída en la fantasía de los cuentos y la crueldad del mundo real.

Pero todo debe acabar, y llegadas las 10:45 pm de un 12 de Agosto, con el calor confortante y la brisa fresca, nos marchamos a dormir luego de ver una de las tantas películas que habíamos acordado ver en esos días. Dormíamos todos en la sala, frente al televisor, Los gemelos descansaban cerca de la ventana abierta, sintiendo la brisa del verano próximo al otoño, yo dormía en el sofá y Hideki en su bolsa de dormir en el suelo junto a mi, como todo hermano mayor protector.

El insomnio espantaban mi descanso, dejándome ver como los tres chicos que me acompañaban descansaban. Mi mirada se centro en la noche clara y despejada que se colaba por la ventana, viendo como la Luna llena, brillante como un faro nocturno, alumbraba con su tenue brillo el bosque, dejando una aura magnífica para mi.

Me perdí en el paisaje, en el asociego de la Luna y su magia, y cuando más parecía entrar en calma, un agonizante dolor se instaló en mi cuerpo. Sentí como el calor se elevará en mi asta parecer quemar mi ropa, de como el sudor recoria mi cuerpo y el corazón parecía latir tan fuerte y querer explotar. Con mi mano temblando busque el cuerpo de mi hermano y como pude lo moví, con la esperanza de que este despertara.

- que... Pasa?... - pregunto en un bostezo adormilado.

Un agudo grito de mi garganta escapó al sentir como una punzada atravesaba todo mi cuerpo y oía como uno de mis huesos se quebraba, grito que como alarma de colegio despertó no tan solo a mi hermano de hebras algo claras, sino a sus dos amigos de cabellos bronces y ojos morados que miraban con terror y preocupación mi situación.

- X-xima - balbuceó mi hermano mientras sus verdes ojos me examinan, y sollozo al ver la preocupación en sus ojos y por el dolor que invade mi cuerpo tan repentinamente.

- hay que llevarla al bosque - oigo decir a Benjamín con rapidez.

- Hideki, lleva la al bosque, es su primera trasformación - aseguraba esta vez Sonic.

- pero que haré una vez ahí? Yo... Yo no sé - estaba entrando en pánico.

- Hide, sabes que hacer, no te mientas así, eres el gran Hideki - los sostuvo de los hombros el pelibronce de Sonic.

- te acompañaríamos, pero es su primera trasformación, y como su hermano y futuro Alpha es tu deber guiarla - afirmó con una mirada morada que trasmitía seguridad Benjamín.

- confiamos en ti!! - aseguraron ambos con decisión.

Mi hermano asintió decidido, y tomando me con cuidado entre sus brazos, salió por la puerta trasera y se interno en el bosque, apretandome contra su pecho acelerado pidiéndome que resistiera con cada crujido que daba mi cuerpo.

El dolor era insoportable, agonizante y tedioso, oía con suma atencion como mis huesos se quebraba de a poco, sentía como mi piel quemaba y como algo dentro mio amenazaba con salir de mi cuerpo. Mi vista sólo se centraba en la gran Luna llena en mi cabeza, alumbrando todo a nuestro paso, y en cierta parte sentí paz al ver que ella nos acompañaba en aquella travesía.

Gruñi con ferocidad al sentir como un nuevo hueso se quebraba sin piedad en mi.

- calma, dolerá hija mía, pero todo dolor tiene su alivio.

No era Hide, no era mi mente, no era el viento. Una voz calma y dulce me hablaba al oído y me tranquilizaba de tal manera que por instantes olvidaba el dolor en que se sumergía mi cuerpo, mientras que mi mirada seguía perdida en el brillo de la noche.

- aguanta Xima, casi llegamos, sólo aguanta - pedía mi hermano con su verdosa mirada en el intenso bosque.

Sonrei, no se el motivo, pero algo me había incentivado a hacerlo.

- Hide, oigo a la Luna hablarme - sonrei perdida en su brillo y luego en la oscuridad de mis párpados caídos debido al colapso de mi cuerpo.

Ella Me PerteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora