<<Hay personas que se sacrifican por otras para salvarlas, y otros que sacrifican personas para salvarse a sí mismos.>> Esa era una de las tantas enseñanzas que me había instruido mí padre desde muy joven, quizás con la idea de que así sea un buen líder en el futuro.
Cómo su hijo, estaba destinado a liderar aquella manada en el momento en que mí padre se jubilara o decidiera que estaba listo para tal cargo, o, en el peor de los casos, muriera. Pero mí corazón y mente siempre había marchado a gran paso por la arboleda, como un lobo salvaje de los que contaban algunos ancianos en el pequeño pueblo que llegaría a considerarse mí hogar.
Nunca fui el hijo ejemplar, obediente y leal a la idea que se había planeado como mí futuro como lo eran los demás hijos de alphas que conocía, yo era el inadaptado que buscaba otra cosa en su lugar. La mayoría me llamaba desagradecido por no tener en cuenta mí estatus de lobo, pero ser el lobo justo, respetable y fuerte, ese titulo le pertenecía a mí padre, no a mi.
Quizás era el rebelde, el infantil entre los hijos de las cabecillas de la Tinkada. Quizás le traía problemas y preocupaciones a mí padre, al tirar mí futuro por la borda. Quizás estaba siendo irresponsable al creer que todo estaría bien aunque yo no fuera el siguiente líder.
No tuve en cuenta que quizás, alguien esperaba mucho de mí, algo que yo no creía de mí mismo.
Lástima que tuve que verlo cuando no pude evitar que se la llevarán.
...
Me quedé de piedra por un momento al ver cómo Logan, hijo del que nosotros llamábamos décimo tercero, traía a rastras a Xima, mientas que Sirius y Tadeo, hijos del décimo primero y el noveno, traían a un muy mal herido albino que no paraba de pelear ante sus agarres de una manera torpe y débil.
Norman, hijo del Alpha Estela Naciente, fue empujado al suelo frente a sus padres, mientras la socarrona risa de Sirius y Tadeo nos dejaban petrificados. Exel fue uno de los primeros en reaccionar al ver cómo Xima era arrojada al suelo, frente a todos nosotros, más que nada frente al rey demonio.
- maldito desgraciado, déjala en paz!! - gritaba con furia el pelinegro cuyo ojo sano se había vuelto como el petróleo, siendo sostenido por el casi rubio de Trebor que también miraba con cierta furia la escena.
- honorable y respetable rey demonio - hablo la imponente voz del Pelinegro de Logan - le agradezco su presencia en nuestro humilde tierra, y como precede en la tradición por casi un milenio, antes de llegar las 12 en punto, le hago entre, yo, Logan Dufrett, hijo del Alpha Sangre Negra, el décimo tercero, Connor Dufrett. A su ofrenda - señaló a la castaña de mirada café que se hallaba en el suelo, con las manos apretadas contra la tierra, raspones en el rostro, rasgos de que había peleado y que estaba conteniendo se.
- maldito - gruñó por debajo, pero me mantengo en mí lugar, al ver qué aquel hombre de cabellos rubios claros y ojos verde esmeralda se acerca con cuidado donde mí pequeña hermana.
- Déjela tranquila!!! Ella no tiene nada que ver con esto!!! - asegura Exel apretando los puños al punto que logro oler la sangre en sus palmas. Los ojos oscuros de Trebor se conectan con los míos en señal que no durará mucho conteniendo lo. Y quién podría? Si la única capas se hallaba con la cabeza gacha y sometida por el bastardo pelinegro hijo del décimo tercero.
- eres Xima de la manada Libre Aullido? - la sería y atemorizante voz del gobernante se dirige a la pálida chica que tiene en frente, mirándola consuma seriedad.
El silencio reina por minutos, en los que no puedo apartar mis verdosos ojos del pequeño cuerpo de mí hermana menor. Me cuesta ver sus rostro, pero veo como se acomoda de una manera recta, sin apartar sus rodillas del suelo, colocando sus brazos a los costados de su cuerpo y sus manos sobre sus muslos, en una pose extraña para mí.
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Ella Me Pertenece
Kurt AdamSer uno de los seres más temibles, obcecionarte con la hija oculta de uno de los Lindez de la TinKada superiora