Capítulo 04.

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Madelaine estaba perpleja

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Madelaine estaba perpleja. No sabía qué carajos estaba pasando, pero de lo que sí estaba segura es que debía de escapar de ahí, y huir de él.

¿Quién era ese hombre? Jamás lo había visto en su vida.

— ¿Quién carajos eres tú?, ¿Qui-quién eres? — Sus lágrimas exponían su miedo. —¿Co-cómo es que me conoces?

— Oh, mi encantadora Madelaine, ¿Por qué siempre me haces la misma escena? — El hombre tomó la silla que minutos antes Madelaine había arrojado, le dio vuelta, y se sentó en ella con las piernas extendidas a los costados, y los brazos recargados en el respaldo. — Tú sabes perfectamente que esta no es la primera vez que nos conocemos.

— ¡No se quien eres!, ¡Nunca te he visto en mi vida! — Su voz se rompió, y se puso de pie. — ¡¡¡AUXILIOOO!!!

El hombre de traje rió agriamente.

— Querida, deja de avergonzarte a ti misma. Es obvio que nadie vendrá ayudarte. Todos los oficiales fueron sedados desde antes de que tu fueras arrestada — Madelaine lloró de impotencia. — Tu ignorancia te cegó de la verdad.

— ¿Por qué crees que te conozco? No tengo idea de quién eres. ¡Entiendelo! Eres un completo desconocido para mí.

— Tal vez en esta vida no me conoces, pero en las demás vaya que lo hiciste.

Lo último lo dijo en un tono bastante atrevido.

¿Cómo que en las demás vidas?, ¿De qué estaba hablando?

Madelaine se sentía irritada por aquel hombre. No sabía quién era. No sabía porque él juraba conocerla. ¡No sabía que quería de ella!

— ¿Qué es lo que quieres de mí? — En el fondo no quería saber su respuesta.

— Hasta qué preguntas algo coherente — Volvió a estar de pie, y se acercó lentamente hacia ella. Toda su vestimenta era de alta costura, hasta los zapatos eran de piel, y brillaban con la luz opaca de la lámpara. De donde sea que este hombre provenía, nunca había sufrido de hambre. Ni siquiera debía conocer el significado de esa palabra — Tú me arrebataste algo muy importante en mi vida anterior, algo que por fin terminaría con todo este maldito sufrimiento con el que he cargado durante toda una eternidad.

Madelaine no supo de qué estaba hablando.

— Lo siento, pero no se de que...

— ¿Dónde escondiste la piedra de Mictlán, Madelaine? — La interrogó con altanería. — La robaste de mí, y la escondiste llevándote el secreto a la tumba.

Madelaine no entendía nada.

—¿La piedra de qué? Lo siento, pero no se de que... — Madelaine calló cuando el hombre sacó de su chaleco un revólver, y lo puso sobre la mesa.

El armazón era de oro.

— Cada vez que me respondas un "No sé", voy a jalar el gatillo apuntando hacia ti. El arma solo está cargada con una bala — Agarró de nuevo el arma, y le quitó el seguro — Así que trata de no colmarme la paciencia — Río para sí mismo, y se rascó la nariz con el cañón — Esta táctica es característica de Treadway. De hecho de él la aprendí... Pero seguro tú la conoces, ya que no te despegabas nunca de él — Pronunció el apellido con tanto desprecio, casi lo escupía — Como uña, y mugre.

𝗕𝗘𝗟𝗜𝗘𝗩𝗘𝗥𝗦 ❪𝘏𝘦𝘪𝘯𝘳𝘪𝘤𝘩 𝘛𝘳𝘦𝘢𝘥𝘸𝘢𝘺❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora