Capítulo 02.

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Lo primero que recibió a Madelaine al entrar a su departamento fue Spaghetti, quien ronroneó, y se enredó entre sus piernas. Una sonrisa se plantó en sus labios.

Por lo menos su gato si la extrañaba, y no le tenía miedo. Tomó a su gato entre sus brazos.

— Hola Spaghetti, ¿Alguien llamó este día? — Madelaine amaba hablarle a su gato como si este la entiendiera, y pudiera hablar.

En cuanto dijo eso, el buzón de llamadas habló:

"Tienes un mensaje de; Mamá"

"Madelaine, hija..." — Su voz sonaba más cansada de lo que Madelaine recordaba — "¿Cómo has estado cariño? Hace mucho que no sabemos sobre ti. De hecho no sabemos mucho de ti desde hace un año, y medio; Desde que escapaste de casa. Se que lo hiciste porque pensaste que era la mejor opción, que así tú padre, y yo ya no nos preocuparíamos tanto por ti, y ya no serias más una carga para nosotros... Pero no sabes cuánto te echamos de menos, mi amor. Eres nuestra única hija. No te pedimos que vuelvas con nosotros, pero por lo menos intenta comunicarte más seguido con nosotros.

Te necesitamos, al igual que tú a nosotros.

Te amamos, y te extrañamos."

El mensaje terminó, y Madelaine solo sintió un enorme vacío en su estómago.

Ella también los extrañaba, pero ya no pudo soportar escuchar a su madre llorar todas las noches cuando ella estaba con ellos. En como se lamentaba no haberse dado cuenta de lo que realmente sucedía con ella.

De lo que le habían hecho.

Lo mismo con su padre, que empezó a tener problemas con el alcohol meses antes de que ella huyera de casa.

Ella no había pedido ser así. Ella nunca hubiera escogido ese pasado, el cual se había convertido en su sombra.

Si pudiera cambiar su vida lo haría sin dudarlo.

Ya no quería ver a la gente que amaba sufrir por su culpa.

— Ay, Spaghetti, al parecer eres el único que me acepta tal, y como soy — Su gato maulló, y ella lo bajó al piso. — Bueno, ya hace hambre. ¿Qué tienes ganas de comer? Es fin de semana, y no debo de ir a trabajar a ese horrible restaurante — Fue a la cocina, y abrió su pequeño refrigerador. — Hay queso cheddar, mantequilla, champiñones....

Una idea cruzó por su mente.

— ¿Y si preparo una pizza? — Le preguntó con entusiasmo a su gato, y su gato como respuesta se lamió una pata. — Tomaré eso como un "sí".

Cerró el refrigerador, y sacó una bolsa de tela de uno de la cajonera.

— Debo ir al súper, no le abras a nadie. Ahorita vuelvo.

Le apuntó a su gato, y Spaghetti solo se acostó en el sofá.

Madelaine tomó sus llaves, y su cartera, y las metió en su bolsillos de su pantalón. Cerró la puerta con llave, y subió al elevador cuando vio que estaba solo. No le gustaba ir en el elevador cuando había gente. Le daba claustrofobia, y podría llegar a sufrir un episodio psicótico.

A medida que el elevador descendía, un mal presentimiento la invadió, advirtiéndole de que no fuera a la tienda. Madelaine se extrañó, pero aún así siguió su camino. Salió del elevador cuando llegó a la planta baja, y se dirigió a la tienda.

Aquel presentimiento aumentaba con los pasos, como si el mundo no quisiera que ella entrara a esa tienda. Madelaine se regañó a sí misma, y entró a la tienda cuando estuvo enfrente de ella.

𝗕𝗘𝗟𝗜𝗘𝗩𝗘𝗥𝗦 ❪𝘏𝘦𝘪𝘯𝘳𝘪𝘤𝘩 𝘛𝘳𝘦𝘢𝘥𝘸𝘢𝘺❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora