"Cuando las prioridades están claras, las decisiones se vuelven fáciles".UN DICHO POPULAR decía: «Aunque la mentira tiene patas tarde o temprano cojea», asimismo, la edad que hace horas el italiano había pronunciado tembloroso se desvanecía con la falta de la tan aclamada identificación. Él se encontraba espídico, al borde de perder el único cabal de raciocinio que le restaba.
—Por favor, espere mientras llega a la trabajadora social —La enfermera lo inmovilizó, sentándolo en el único asiento metálico desocupado de la sala de espera; agobiante por la muchedumbre y el olor a hospital.
Tamborileó sus pies contra el suelo descargando su ansiedad, pasó sus manos por su pelo oscuro, por su rostro mugroso y luego las talló contra su camisa, no sabía que hacer ni cómo manejarse. La piel del alrededor de sus uñas sangraba siendo lacerada por otras de sus uñas.
Intentó reclamar el cadáver de su madre sin ser señalizado, una vez más se arrepintió de su estupidez pensando que no le preguntarían por documentos; en su cerebro, el personal estaba muy ocupado para eso. Ahora se encontraba al borde de enfrentarse a su peor miedo. Sacrificando todas sus fichas del ajedrez sin opción, y aun así llamándolo sacrificio.
La enfermera volvió a acercarse, sonriente, pero con compasión dibujada minuciosamente en su expresión, ya no recordaba el número de niños que habían quedado huérfanos hoy. Tocando el extremo de rechazar las llamadas por falta de personal, atender pacientes en las calles y ambulancias. Pero igual de corto se habían quedado aquellos que les brindaban su servicio a los niños, pues tardaban hasta seis horas en aceptar una solicitud.
—La agente que trabajará tu caso vendrá en unas horas, pedí que se te diera prioridad pero fue inútil. Mientras tanto, quedas bajo la tutela del hospital y-
—Ese niño pasó a estar bajo la tutela de la Logia hace algunas horas, bonita. —La voz femenina que irrumpió se hizo notar, con un acento ruso marcando sus palabras en inglés.
De aspecto demoniaco, había llegado disfrazaba de lo que en aquel momento incomodo, Mikhael juró era un ángel de la guarda. Con una extravagancia controversial, sonrisa matadora y perfume amaderado.
Lo que llevó a pensar en todos los milagros que imaginó podían suceder en aquellos desde que fue desenmascarado, sin embargo, ninguno de ellos cargaría consigo una insignia de la organización que le había fallado. Se puso de pie a pasos renqueantes.
—¡Ah! Usted... ¿es una maestra de la Logia? —La enfermera cuestionó ojiplática en el mismo idioma.
—Así es. Y quien retiene ahí, es mi estudiante.
Uno.
Dos.
Tres.
Fueron los golpes que su corazón dio antes de que sus rodillas lo empotraran en el suelo donde se apoyó en sus palmas como soporte, también fueron los segundos que tardó en comprender. Había estudiado lo suficiente como para saber que aquella insignia era real y que por lo tanto, sus palabras.
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The Lost Dimension ©
Science FictionHace mucho tiempo que vivimos de esta forma. La raza humana se ha visto en peligro debido a la invasión de seres muy superiores. Espíritus, grandes masas de energía que desde hace mucho nos habían superado de todas las formas posibles. Hasta que un...