005. La primera misión.

41 12 0
                                    

"Las cadenas se han roto, ¿pero realmente eres libre?"

"Las cadenas se han roto, ¿pero realmente eres libre?"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dieciséis días después.

Cataleya observaba el paisaje inmersa, haciendo uso de su reliquia espiritual para intentar buscar en el futuro algún fallo en la misión. Ella, era tan solo capaz de usar un trece porciento del potencial del "Ojo de la omnipotencia" y con aquel había atisbado todo su futuro y el de muchas personas.

Pero saber el futuro no le sumaba nada, debido a que este constantemente cambiaba. Cada vez que una cosa o persona era alterada entonces nuevas imágenes de un mismo futuro aparecían en su mente. Era insegura de sus habilidades porque a diferencia de Annika quien visitaba el futuro y ya sabía con certeza lo que sucedería ella solo lo preveía.

Y de aquello no era capaz de decir nada, o hacer algo siquiera.

Guardada consigo secretos como para llenar una librería. Y aquello volvía de su mente un mundo de caos. Porque en su vida, al saber su futuro, ella se sentía como una mera marioneta del destino.

Sabía quien moriría, quien mentía y quien asesinaba.

Lo sabía todo.

— ¿En que piensas? — la voz de su hermana la sacó de su ensimismamiento. El ruido del vehículo se volvió vigente y las voces ajetreadas de sus compañeros un dolor de oído.

— En lo mucho que me molesta la voz chillona de Sebastian — sonrió, con un mal presentimiento en la boca del estomago.

El rubio se quejó, vistiendo su uniforme de la Logia y los rizos más esponjados de lo usual por la humedad — Tu no eres un alma vieja, tu eres el alma del mismísimo matusalén, mujer insípida.

Se encogió de hombros, — Dibuja un bosque y piérdete en el.

— Vete a la mierda.

— Vete tú.

Ambos parecían desafiarse con la mirada. Teniendo la relación más extraña de los seis. Pero realmente sus insultos eran vacíos, sin intención mutua de herirse.

— Bienvenidos a San Petersburgo — la voz de la maestra levantó al italiano y al pelinegro quienes dormían juntos. Hideki con la cabeza en la ventana, y Mikhael con la cabeza en su hombro.

Ultimadamente, Mikhael se la pasaba dormido o distraído. Comía cuando se lo acordaban y su relación con la maestra... Aquello era todo un expediente a parte.

Cataleya se dio una pasada por su mente, él no pensaba en nada relevante más que en su cansancio. Los primeros cuatro días de su llegada los pasó en su habitación saliendo a lo mínimo. Al quinto día, se notó un ligero cambio gracias a la terapia cuando se sentó con el resto al desayuno.

Después de aquello todo seguía igual.

La camioneta de la Logia se detuvo, y el chofer bajó la ventanilla para avisar que harían una parada para el baño.

The Lost Dimension ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora