004. Las dos caras de una misma moneda.

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"Los hombres le temen a las mismos dioses que han inventado"

CON LA VALIJA ABIERTA el italiano se movilizaba por toda la habitación en busca de sus pertenencias

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CON LA VALIJA ABIERTA el italiano se movilizaba por toda la habitación en busca de sus pertenencias. Llorando, sintiéndose traicionado y burlado. Limpiaba su rostro humedecido con furia cuando su visión se nublaba con la imagen de la sicofanta de Annika Sokolova.

Se sentía más allá de su punto de yactura al limite de que tuvo que detenerse a tomar aire sosteniendo su pecho. Sosteniendo su corazón destrozado en su sitio.

Lo sabía. Lo supo todo el tiempo.

Lo había traído en contra de su voluntad, burlado y a su vez, consolado ¿solo porque era un espíritu? ¿Lo había tratado tan piadosamente porque sabía como reaccionaría?

El ser que Mikhael más resentía en el mundo era el mismo que lo había alimentado en las anteriores horas. Había dormido bajo el techo del enemigo, con las cenizas de su madre asesinada por su raza...

La puerta de la habitación se abrió. Un cabello peli-turquesa se atisbó del otro lado. Carla abrió la puerta con cuidado bajo la mirada minuciosa del muchacho buscando la aprobación en sus ojos —cosa que no recibió—.

— Todos estamos preocupados por ti — mencionó y su voz atrajo la efímera calma a la estancia.

Mikhael se tapó la boca enfocando sus ojos en las cenizas de su madre. Su mente gritaba, su mundo se desmoronaba como si hubiesen quebrantado el pilar primordial en el, los cimientos de su temple encandecían el resentimiento que corría por sus venas alimentando su corazón.

Así que no habló. No lo hizo para ser fiel a las enseñanzas de su madre, porque el era morigerado. Porque si descargaba su furia y le gritada a alguien inocente entonces la imagen de su madre quedaría arruinada. Sus enseñanzas y valores.

Buscó pensar con la cabeza fría y aferrarse al mismo cabal de cordura que se aferró cuando conoció a la maestra ya que en aquel momento se encontraba igual de mal. 

— Sé que la noticia te cayó mal y entiendo el porque pero agradecería que me escucharas, Mikhael, porque toda moneda tiene dos caras y no es la maestra quien está frente a ti.

La voz de Carla era parsimoniosa, le incomodaba y le llevaba a mirarle con aquellos ojos verdes de forma mordaz. La mayor se sentó en el suelo a su lado y tomó su mano con una sonrisa condescendiente, despegándola de sus labios para sostenerla entre las suyas.

— La maestra no fue quien hirió a tu madre, ni a nadie. De hecho, ella salvó vidas. — acarició con su pulgar la palma del italiano, se concentró en eso — No la encasilles a ella por lo que hizo otro espíritu. Sería injusto.

— ¿Cómo puedes defender a un espíritu? — su ceño fruncido y sus ojos ignorantes se entallaron — Nuestra raza a vivido bajo constante miedo... de salir a la calle ¡incluso de vivir! Y todo por su culpa. Nosotros no les hemos dañado, pero ellos vienen y nos quitan todo...

The Lost Dimension ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora