002. Heridas abiertas, sangre fresca.

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"Justicia. No existe otra palabra más amada por las personas. Es maravillosa. Pero, si no ejerces tu propia fuerza buscas la muerte de otros en manos de alguien más."

EL PELINEGRO SE ABRAZABA a si mismo con melancolía, el gélido ambiente Ruso empeorando su estado

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EL PELINEGRO SE ABRAZABA a si mismo con melancolía, el gélido ambiente Ruso empeorando su estado. El cielo gris y la gente impasible penetraban sus huesos con fuerza, se volvió muy consciente de su ambiente. Sobretodo, el hecho de que ya no estaba en Italia. Había abandonado sus tierras sin opción y sin nadie familiar.

Por otro lado, Annika saluda a las personas del aeródromo de la GPL. Se encontraba en sus dominios, contenta de haber conseguido al muchacho. Mikhael la observaba, el se había colocado dos abrigos por el invierno, pero la mujer llevaba ropa reveladora.

«¿No sentía frío?» La albina era muy extraña para él, le generaba un sentimiento heteróclito, como si en un vaso se vertieran la calma y lo trastornado. Lo intranquilizaba y a su vez, le daba confianza.

Abrazó la urna de su madre, buscando confort en ella y observó a la mujer, tan fijamente como quien busca un secreto ajeno. Annika claramente lo sabía, se lo permitía y hasta se enorgullecía de tener la oportunidad de ser maestra de un muchacho tan astuto. Aunque había posibilidad de perderlo cuando le contase su verdadera naturaleza.

— Subamos — pidió abriéndole paso en una camioneta blindada — de aquí iremos directo a las instalaciones de la GLP.

Mikhael no había pronunciado palabra en todo el camino y así continuó. Agachó la cabeza pues no soportó ver el gozo de Moscú ante la casi salvación de la devastación de ayer. Se regocijaban en nombre de la Logia sin respeto alguno por los que sufrieron.

— El presidente mandó a cancelar cualquier celebración por respeto — Annika leyó su expresión — Ya para mañana, nadie saldrá impune.

— Imagino que usted debe estar muy orgullosa, maestra — Mikhael bufó.

— Lo estoy — la mujer lo observó, el carmesí de sus ojos penetrando los suyos — Salvé vidas.

Aquellas palabras lograron que el italiano se sintiera egoísta. Una parte de su mente gritaba que no salvó a las personas correctas y la otra que era un hijo de puta por menospreciar la vida de quienes se libraron de una muerte segura. Inhaló, su aliento entrecortándose.

Veinte minutos después, la mujer palpó su hombro cuando iban llegando. Mikhael se debatió entre alzar la cabeza o no por su resentimiento con la Logia, pero descartó aquel pensamiento porque era estúpido, él ya estaba ahí.

Por la ventana observó los muros altos, era enorme, quizá demasiado para contar con menos de mil personas. Annika le había dicho que era para proyectar poder y control, así dar paz a los ciudadanos. Era del tamaño una mini cuidad, cuatro edificios, dos de entrenamiento, dos oficionarios y un complejo de casas para maestros y estudiantes.

The Lost Dimension ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora