"Sólo un hombre que ha sentido la máxima desesperación es capaz de sentir la máxima felicidad. Es necesario haber deseado morir para saber lo bueno que es vivir"
–El Conde de Montecristo.
UNA VEZ MÁS ANNIKA se había visto en la necesidad de abandonar a sus alumnos, en esta ocasión, los había dejado entrenando en el patio trasero de su vivienda, con las instrucciones claras y con una promesa de que solo serían unas horas —como si fuera poco—.La albina se encaminó a la edificación principal con los pensamientos hechos lío. Sabía lo que venía, podía sentir las energías negativas desde su posición, además, que aquello solo era lo que construiría los cimientos del cóctel infernal que se viene.
—¡Annika! ¡Espere! —la voz femenina llamó.
Giró con las cejas alzadas. Su compañera, la maestra Arabella Logan corría hacía ella alzando las manos con una sonrisa. Era la más joven de todos, pero un cerebro en cuanto a estrategia se trataba. También era una de los pocos que no era racista con el espíritu en cuestión, de hecho, era sumamente afable.
—Buenos días —saludó —, ¿sabes de que va la junta de hoy? Todo el mundo anda con cara de funeral.
—Tranquila, no solo andan.
—¿Ah? ¿murió alguien? — Sus ojos azules denotaron confusión. — Acabo de llegar de Rumanía, Lacasse mandó a invocar a todos los maestros por unas horas.
Annika rió, negando.
—Que buen momento para que nos ataquen espíritus —la sátira y burla en su voz eran evidentes —. ¿No podía llamarlos por videoconferencia?
—Dijo que no era noticias que se daban por una pantalla.
—Esa no es la mentalidad de un líder que busca proteger la población mundial, Ara. Sobretodo cuando solo hay diecisiete maestros custodiando.
—Sí, tienes razón, pero... quizá sea muy malo. Me tiene los nervios a flor de piel.
Annika no contestó, porque sintió que no merecía que le mintiese confortándole. No cuando la noticia era indudablemente nefasta con todas las letras. Los jodería.
Juntas abrieron la sala donde se completaron las dieciocho personas que igualaban a todos los maestros que la Logia consagraba. Incluso se encontraban aquellos que habían sido heridos de gravedad el día de la tragedia y estaban en proceso de recuperación como el maestro Pierce y la maestra Shelly. Todos sentados en sus respectivas sillas y con Vaden a la cabeza.
Que a todas, mantenía el semblante bajo, como si aun asimilase la situación. Su piel oscura opaca y enfermiza, como si sus síntomas fuesen psicosomáticos. Jugueteaba con sus dedos cruzados bajo su nariz mientras que sobre la mesa se veían unos archivos.
Las féminas ocuparon los asientos corridos, dando inicio a la reunión.
—Gracias a todos por venir tan abruptamente — inició. Detrás suya la pantalla con el fénix que representaba la Logia se visualizaba. —. Haremos esto corto, para que vuelvan a ocupar sus lugares lo más breve posible.
ESTÁS LEYENDO
The Lost Dimension ©
Science FictionHace mucho tiempo que vivimos de esta forma. La raza humana se ha visto en peligro debido a la invasión de seres muy superiores. Espíritus, grandes masas de energía que desde hace mucho nos habían superado de todas las formas posibles. Hasta que un...