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LA RESIDENTE

NATALIE

Me sonrojé al releer los últimos mensajes de D-Doctor al día siguiente, y puse los ojos en blanco al ver su oferta de enviarme una foto de su polla, a pesar de que casi le había dicho que sí.

«¿Por qué no has aceptado, tonta?».

Sonriendo, decidí que trataría el tema con él más tarde. Tenía una reunión de emergencia y una cita a la que llegar a tiempo.

Cuando el taxi se detuvo en la acera delante del Manhattan Medical, le entregué al conductor un billete de diez dólares y me puse la capucha del impermeable sobre la cabeza. Me apresuré a cruzar la acera y la puerta rotatoria, entusiasmada por lo que la reunión de hoy significaba para mi carrera. Durante toda la semana, no había podido evitar escuchar cómo mis compañeros hablaba de que el jefe estaba ofreciendo bonificaciones a algunos internos y residentes. Y por lo mucho que trabajaba, sabía que también merecía uno.

Fui en el ascensor hasta el piso correspondiente, respiré hondo y llamé a la puerta del jefe.

—¡Adelante, adelante! —dijo, con la misma voz tranquila y acogedora de siempre.

—Buenos días, jefe Tomlin.

—Buenos días, doctora Madison. —Sonrió—. Gracias por venir a reunirse conmigo en su día libre, y avisándola con tan poco tiempo.

—El placer es mío, señor.

Me indicó que tomara asiento, e hice todo lo posible para no parecer demasiado agitada.

«Sí, estoy encantada de aceptar la bonificación de mil dólares... Sí, estoy encantada de aceptar la bonificación de mil dólares...».

—Doctora Madison, la he llamado hoy porque tengo buenas noticias y malas noticias. —Su repentino cambio de tono me cogió por sorpresa—. ¿Cuáles quiere que le diga antes?

—Las buenas...

—Vale. Bueno, la buena noticia es que es una interna estupenda, y quiero decir realmente estupenda. Su profesionalismo, puntualidad y entusiasmo con los pacientes del centro la hacen formar parte de los mejores internos. Ha demostrado una gran habilidad para los diagnósticos, y no tengo dudas de que será una médica fantástica en su especialidad después de que complete su residencia.

—Agradezco los cumplidos, jefe Tomlin. —Estaba a punto de seguir dándole las gracias, pero primero tenía que escuchar las «malas noticias».

—Las malas noticias son que... —se quitó las gafas de presbicia y se pasó la mano por el cabello gris—, por desgracia, tenemos que rescindir la oferta para que continúe en el programa de residencia del centro.

—¿Qué?

—Por accidente hemos aceptado diez solicitudes de más para nuestro presupuesto, así que decidimos sacar nombres al azar para elegir qué contratos tenemos que rescindir. Le ha tocado, lo siento.

Me mordí la lengua para evitar gritar «¿Qué coño...?». Estábamos hablando de mi futuro, y él estaba allí sentado limpiándose las gafas, como si la conversación versara sobre algo tan simple como la nueva política de uniformes. Como si no hubiera estado planeando pasarme los próximos años de mi vida completando allí mi residencia, en el Manhattan Medical.

—Doctora Madison, entiendo que este momento puede parecerle terrible...

—¿Terrible? Si hace unas semanas que empecé —balbucí—. Esto tiene que ser ilegal.

—No, lo que sería ilegal es permitir que continúen su residencia diez personas cuando no podemos pagarles. —Y tuvo el descaro de sonreír.

Lo fulminé con la mirada.

Sexy - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora