LA RESIDENTE
NATALIE
«Es demasiado... Odio que este hombre haya empezado a gustarme de verdad...».
Al doctor Styles le llevó algunas semanas echar a perder todos mis recuerdos de lo que me había hecho en la sala de exploraciones, así como todas las demás cosas que había hecho por mí. Las escenas en las que me arrancaba un orgasmo tras otro con solo la lengua se borraron por la forma en que entró en el trabajo durante los dos últimos días de la semana.
Se convirtió de nuevo en un psicópata desquiciado y me trató terriblemente mal sin ninguna razón. Me encontré de nuevo la división del despacho formando dos espacios separados, las estanterías estaban una vez más en mi lado, llenas de archivos, y cuando le pregunté por qué había vuelto a esa situación, simplemente me ignoró.
Mientras él hablaba por teléfono con lo que parecía un paciente cabreado, abrí la página web del Manhattan Medical e inicié sesión en la intranet de empleados. Allí encontré la nota interna que Shannon me había enviado por correo electrónico y me di cuenta de que probablemente el destino trataba de enviarme un mensaje. Mi amiga me había reenviado un comunicado de Recursos Humanos en el que se revelaba que dos residentes habían sido despedidos el mes anterior por imprudencia temeraria, y el hospital estaba buscando gente para reemplazarlos lo más rápidamente posible, sin demasiada fanfarria y sin llamar la atención.
Abrí el cajón y saqué el currículum, esperando que por milagro me aceptaran de nuevo. Y si no era así, enviaría el currículum a otros lugares o esperaría que surgiera alguna opción de transferencia antes del inicio del nuevo semestre. Estar encantada con el Centro Médico Avanzado Park Avenue —dejando a un lado los días de locura— no era suficiente para soportar el impredecible comportamiento frío y caliente del doctor Styles. Tuviera una lengua asombrosa o no.
—¿Doctora Madison? —me llamó una vez que colgó el teléfono—. ¿Doctora Madison?
Saqué el móvil y le envié un correo electrónico.
Asunto: ¿Sí?
¿En qué puedo ayudarle hoy, doctor Jekyll/mister Hyde?
Doctora Madison
Suspiró, se levantó de su mesa y se acercó a la mía.
—No vamos a volver a pasar por esa mierda de los correos electrónicos.
—¿No? —Escribí en el buscador «universidad de Maryland» y entré en la sección de educación—. Ya te he dicho con anterioridad que no puedes tratarme así, y lo has hecho de nuevo, y sin ninguna razón.
—Hay una razón —dijo en tono tenso—. Una razón muy buena.
—¿Cuál es? —Dejé de escribir y lo miré—. ¿Qué es lo que puede llevarte a pensar que puedes hacerme gritar tu nombre en la sala de exploraciones y luego, sin ningún motivo, tratarme como si estuviera por debajo de ti al día siguiente?
—Ya te lo he explicado: técnicamente jamás te tendría debajo de mí —dijo, yendo hacia detrás de mi escritorio—. Y, para ser sincero, el razonamiento es... —Echó un vistazo a mi pantalla y contuvo el aliento cuando las palabras «Gracias por completar la primera parte de la solicitud para realizar una residencia médica» aparecieron en negrita en mi pantalla.
—¿Estás solicitando que te acepten en otros centros mientras estás aquí? —Parecía cabreado, pero también había un tono de dolor en su voz—. ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto a mis espaldas?
—He empezado justo hoy, cuando has empezado a comportarte de nuevo como un gilipollas condescendiente. —Apreté los dientes.
—¿Estás segura de que solo lo has hecho hoy?
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Sexy - Harry Styles
RomanceSer médico en una consulta privada de Nueva York no es nada fácil. Sobre todo cuando se me ocurre contratar como nueva residente a la mujer con la que iba a tener una cita dos semanas atrás y que me dio plantón con un «No podemos vernos más, lo sien...