21

2.3K 115 9
                                    

LA RESIDENTE

NATALIE

Me recliné en la silla de Harry, esperando pacientemente a que pusiera los ojos en blanco al verme, pero cuando entró en la habitación, parecía que alguien le había robado la vida.

—¿Ha pasado algo malo? —Me senté—. ¿Querías verme porque te ha pasado algo?

—Más o menos. —Rodeó el escritorio y me hizo levantarme para sentarse en su silla, aunque luego me obligó a acomodarme en su regazo.

—Tengo buenas noticias y malas noticias, Natalie. —Me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja—. ¿Cuáles quieres escuchar primero?

Negué con la cabeza. De repente, tuve una especie de desagradable déjà vu; no me había gustado el episodio que había protagonizado la última vez.

—Lo siento. —Me puse de pie—. ¿Qué has dicho?

—Que tengo buenas y malas noticias. Elige cuáles quieres conocer primero.

—Las malas.

—Vale. —Hizo una pausa de unos segundos para que me sentara de nuevo en su regazo—. Tengo que despedirte del Centro Médico Avanzado Park Avenue. Con efecto inmediato.

—¿Qué?

—Pero, para que conste, creo que posees mucho talento, que eres muy inteligente, y que, literalmente, naciste para practicar la medicina, pero...

—¿Me acabas de despedir? —Abrí los ojos como platos—. Hemos mantenido relaciones sexuales hace menos de veinticuatro horas, y he venido hasta aquí para hablar contigo en mi día libre. ¿Me has hecho venir para esto?

—Si me dejaras terminar...

—No tengo que hacerlo. —Negué con la cabeza—. ¿Me estás despidiendo, sí o no?

—Sí... y no.

—Guau. Solo guau. —Me crucé de brazos—. ¿Sabes?, por una fracción de segundo, realmente he llegado a pensar que lo nuestro podría funcionar. De hecho, esperaba que algún día me dijeras que quieres salir conmigo, y solo conmigo, pero nunca habría adivinado que era este el as que te guardabas en la manga.

—Me ocuparé de nuestra vida personal dentro de un minuto.

—No tendremos vida personal cuando hayamos terminado esta conversación.

—Lamento disentir.

—Entonces espero verte hacer eso de rodillas más tarde. —Tuvo la audacia de sonreír—. ¿Puedo terminar ahora o hay algo más que esa boquita tan aguda quiera decirme primero?

—Hay algo más. —Apreté los dientes, bajando la voz cuando una enfermera pasó por delante de la puerta—. Hemos echado muchos polvos, Harry. Muchos...

—Puedo recordar vívidamente cada uno de ellos.

—Me has follado en el coche, en la silla, en cada lugar de este despacho y...

—Apenas pude encontrar la fuerza necesaria para terminar—. De verdad, he llegado a pensar que significaba algo para ti.

—Así es. —Me apretó la mano con la suya—. Y aunque me gustaría muchísimo escucharte hablar más sobre todos los lugares donde hemos tenido relaciones sexuales, tengo cita con un paciente dentro de veinte minutos, y te he prometido que nuestra reunión solo me llevaría cinco minutos.

Aparté la vista de él y miré por la ventana, esperando que dijera lo que tuviera que decir.

—Natalie... —Me cogió la barbilla con los dedos y me movió la cabeza para que volviera a mirarlo—. Le pedí al Manhattan Medical que te consideraran de nuevo para cursar su programa, y han acordado ponerse de acuerdo con nosotros para que puedas regresar.

—¿Qué?

—Yo tuve la oportunidad de realizar mi residencia donde siempre había querido, y aunque a todos nos encanta tenerte aquí, creo que deberías tener la oportunidad de hacer lo mismo.

Lo miré boquiabierta.

—Oh...

—Sí, oh... —Sonrió—. He trabajado en este proceso durante las últimas semanas, desde que te vi tan deprimida después de que volvieras de aquel almuerzo con tu amiga, pero no puedo mentirte y decirte que esa es la única razón por la que he trabajado tanto en este trato.

—Entonces, ¿cuál es la otra razón?

—No te lo tomes como algo personal, pero no puedo concentrarme en mis pacientes mientras comparto despacho conmigo. —Me pasó el pulgar por el labio inferior—. Apenas puedo pensar en nada sabiendo que estás en el mismo edificio que yo, y esta es una forma de remediar eso.

—¿En serio?

—Sí. —Se burló de mí—. Sí, eso es muy... —Se inclinó hacia delante y me mordió el labio—. Y creo que este acuerdo es lo mejor para nosotros, ya que no creo que deba trabajar codo con codo con la mujer que quiero que sea mía —susurró.

—Repite eso...

—Ya me has oído. —Sonrió—. Quiero salir contigo.

—¿En exclusiva?

—En exclusiva.

—Bueno... —Me mordí la lengua para evitar sonreír—. Tengo algunas peticiones antes de poder aceptar esa propuesta.

—Me sorprendería que no fuera así. Enuméralas y me las pensaré.

—La primera: tienes que retirar tu perfil de todos esos sitios de citas online de los que me has hablado.

Metió la mano en el bolsillo y me entregó su móvil.

—Eso ya lo he hecho.

—Segundo: no podemos estar follando todo el tiempo. Tenemos que salir...

—De acuerdo. ¿La tercera?

—Tercera: tienes que darme las buenas noticias. Si estas fueron las malas, entonces esas me van a entusiasmar.

—No sé yo... —Sonrió y cogió un trozo de papel para entregármelo—. La buena noticia es que les he puesto precio a los jarrones que tiraste y rompiste hace unas semanas cuando te cabreaste en el despacho. Lo bueno es que me han pasado una factura muy asequible para reemplazar dichos jarrones y los regalices.

Le lancé una mirada neutra.

—Me debes doscientos dieciocho dólares con treinta y cuatro centavos. Eso lo cubre todo, incluidos cuatro paquetes extra de regalices —dijo—. Ahora bien, puedo deducir esa cifra de tu último sueldo, que recibirás hoy, o puedo follarte encima de la silla hasta que te disculpes por los daños provocados.

—Harry... —dije, algo preocupada por su adicción a los regalices—. ¿Estás tomándome el pelo?

—En absoluto. —Sonrió y se echó hacia atrás—. ¿Qué vas a elegir?

—Bueno, son unas propuestas muy atractivas las dos, pero creo que me quedo con la opción dos.

—Eso pensaba... —Me besó—. Cancelaré la cita. Levántate y cierra la puerta...

Sexy - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora