Cuando era más pequeña soñaba con ir a la universidad, veía en las películas como la vida de los universitarios era apasionante y divertida. Pero claro, no te das cuenta de que todo eso es mentira hasta que lo vives. Por mi parte este es mi segundo año que llevo en la universidad.
Estudio diseño y aunque es cierto que me encanta, también puedo asegurar que es aburridísimo. Las partes prácticas son impresionantes, pero la teoría... infumable.
La parte nueva al comenzar este año de universidad ha sido la convivencia. Pablo, mi novio, y yo hemos decidido vivir juntos. Llevamos solo cuatro meses, pero ambos teníamos ganas de volar de nuestro nido, y además hemos cogido un apartamento que está cerca de nuestras universidades.
Puede parecer que vayamos muy rápido para el poco tiempo que llevamos, incluso a mi me lo parece a veces, pero lo cierto es que el mes y poco que llevamos en el apartamento hemos estado muy bien y no hemos tenido muchos problemas.
- ¿Qué te parece esta corbata?
Pablo aparece en el pequeño salón, ya arreglado y mostrándome en su mano una corbata.
- Pero, ¿todavía estas en pijama?
Resopla al verme aun con mi camiseta de estar por casa, el moño mal hecho e intentando empezar el primer trabajo del curso.
- La corbata me parece genial, ya voy a vestirme pesado. - ruedo los ojos pasando por su lado y depositando un beso en su mejilla.
Mentiría si dijese que me apetece ir a esa cena. Esa es una parte que no me gusta nada de Pablo, que por ser mi novio se cree que puede hacer todos los planes contando conmigo sin preguntarme siquiera, simplemente da por hecho de que diré que sí.
Marta, una amiga suya de la universidad, le dijo hace unos días que le quería presentar a su novio y así hacer quedada en parejas.
Con lo poco que me gustan a mí esas cenas.
No tenía pensado arreglarme mucho, pero viendo a Pablo que se ha puesto hasta corbata, supongo que no tendré mas remedio.
Después de darle bastantes vueltas al armario y controlando el tiempo, me decanto por ponerme un vestido largo negro acompañado de unos pequeños tacones también negros. Igual me he pasado un poco, pero no tengo punto medio.
- Estás preciosa. - sonrío como una idiota, cuando Pablo entra en nuestra habitación abrazándome por la espalda y depositando un beso en mi hombro. - ¿Nos vamos?
Asiento y cogiendo mi pequeño bolso blanco salimos ambos en busca del coche rojo. No tardamos mucho en llegar, de hecho podríamos haber ido incluso andando.
Me señala el restaurante en el que hemos quedado, y madre mía. Es demasiado... no sabría como definirlo ¿sofisticado? Por dios que tengo diecinueve años, y viendo la gente desde fuera, te digo yo que nadie baja de los cuarenta. A mi con un Mac Donals me vale.
Pablo me coge de la mano y me arrastra hasta la puerta. En el momento en el que mi mano va directa al pomo de la puerta para abrir, la puerta se abre demasiado rápido impactando contra mi nariz.
Mierda.
- ¡Ah! ¿Pero quien mierda...?
- Ostia, perdón, perdón.
Levanto mi cabeza con mi mano en la nariz, pero mis ojos se abren ligeramente al encontrarme al causante de mi punzante dolor en la cara. No recuerdo su nombre, pero si recuerdo esa noche, demasiado bien la recuerdo. Y a él también le recuerdo, es muy difícil olvidar esos tatuajes.
Dios mío.
-¿Estas bien Eva? - Pablo se aproxima a mí mirándome la nariz, que supongo que estará algo roja.
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Amor de egoístas
FanfictionNadie es perfecto. Nunca vas a saber cuando es el momento de enamorarte. A veces las personas son egoistas por amor. Y ahí es donde está el problema.