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Puedo ser muy desorganizada y un caos, en definitiva, pero odio no llevar el control de mi vida y es algo que desde que empecé con Pablo no ha dejado de pasar.

No solemos tener muchas peleas, es más, el mayor tiempo que pasamos juntos somos bastantes cariñosos; aunque esa palabra tampoco es la que me defina.

Como no, otra vez Pablo haciendo planes sin preguntarme.

Y adivinad a quien ha invitado a cenar a casa esta noche.

Bingo.

Marta y el idiota.

No lo he vuelto a ver desde que me dejó en la universidad la semana pasada después de que el mismo intercambiara nuestros números, aunque no han servido de nada, puesto que en estos días ni yo le he hablado ni el me ha mandado ningún mensaje.

No me gusta nada este rollito de quedar ahora los cuatro. ¿Para que? ¿Para verle la cara al idiota buenorro con el que me acosté hace unos meses?

Olvidad lo de buenorro.

El timbre de la puerta suena y mis ganas de tirarme por la ventana y evitar esta estúpida cena aumenta a cada paso que me acerco a la puerta.

¿No podía abrirle Pablo? ¿Tenia que estar ocupado justo en este momento?

Suelto un largo suspiro antes de muy a mi pesar abrir la maldita puerta y poniendo mi sonrisa más falsa le doy la bienvenida a nuestros queridos invitados, que claramente me encantan que estén aquí.

Nótese la ironía.

- ¡Hola! Pasad, pasad. Pablo esta terminando de arreglarse, ahora viene.

Muy bien Eva, has sonado lo suficientemente amable.

Pasamos al salón, donde minutos antes ya habíamos preparado la cena y estaba todo perfectamente colocado. Gracias a Pablo, evidentemente. Siempre es muy perfeccionista, lo contrario a mi.

Nos encontramos en un incómodo silencio, sentados mientras esperamos a que llegara Pablo, hasta que el móvil de Marta empieza a sonar.

- ¿Me disculpáis un segundo?

No, no, no.

Mierda. Momento solas con Hugo no por dios.

Marta sale por la puerta de la terraza después de descolgar la llamada, sigo sus pasos con mi mirada, hasta que me obligo a posarla en el rubio que me mira con su permanente sonrisa en la cara.

- Rudolph.

Es lo primero que dice a modo de saludo. Ruedo los ojos y suspiro. Pablo ven ya por favor. No creo que mis nervios aguanten a este imbécil.

- Idiota.

Se lo digo con el mismo tono de saludo produciendo que su sonrisa burlona se ensanche.

- ¿Sabes? No me imaginaba yo ese día - hace énfasis en "ese" -  que íbamos a encontrarnos luego de meses tantas veces.

- Yo tampoco. Pero por desgracia eres el novio de la amiga del mío.

Eleva sus cejas y apoya sus manos en la mesa acercándose a mi.

- ¿Por desgracia? - sonríe - ¿Estas celosa?

- ¿Que? - suelto con los ojos abiertos para después soltar una risa sarcástica. - Estas muy equivocadito rubio. Por desgracia por que tengo que aguantarte ahora.

- No decías lo mismo esa noche. - me dice con esa voz ronca y su ceja alzada.

Mi respiración se entrecorta y por un momento me cuesta que me salga hasta la voz. Recuerdo como me hablaba con esa voz esa noche. Definitivamente, escogí bien al tirarme a este rubio esa noche. Que pena que sea un imbécil y además sea el novio de Marta.

Amor de egoístasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora