Semana SatoSAI

La ira de un Dios

Como el último tema era random/tema libre puse un AU (Universo alternativo) disfrútenlo.

Pd: luego seguiré el fic SatoSai, tengan paciencia por favor.
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Si había algo que lo fastidiase más que ser un Dios todopoderoso y que tenga que estar siempre rodeado de otros Dioses que lo molesten en su rutina diaria, era la estupidez de los humanos.

Nendō el Dios de la tierra había creado a los humanos por accidente al derramar por accidente mientras comían, un poco de la miel de la vida en aquel cuerpo celeste. Ayudado por Akechi el Dios del agua, Teruhashi la diosa de la belleza, Yumehara la diosa del amor, Aiura diosa del placer y otros junto con Saiki ayudaron a que estos humanos tuvieran un hábitat lo suficientemente estable para que sobrevivieran y estuviesen en paz.

Ahora estos humanos osaban echarles la culpa a los dioses de su desgracia. Desgracia que ellos mismos se buscaron al ocupar mal sus recursos y por su propia ambición.

A veces mandaba a los otros dioses para que castigaran a los humanos para ver si aprendían que haciendo daño a su planeta los perjudicaban más: Como haciendo que Nendō haga terremotos, Akechi maremotos, Hairo como dios del fuego creaba incendios o Kaidō truenos y relámpagos y Toritsuka huracanes.

Sin embargo, los humanos se negaban a entender el mensaje.

Saiki estaba harto. Tenia ganas de hacerlos desaparecer. Todos eran unos necios, creaban guerras por religiones y territorio, era estúpido; Los dioses querían unirlos, no separarlos. Tal vez Chiyo no había dado suficiente amor a los humanos para hacerles entender.

Eran tan pequeños, tenían unas mentes tan simples ¿Por qué no usaban su cerebro para el bien? Saiki se encerró en su palacio arriba de la montaña mas alta de la tierra para reflexionar antes de decidir por fin que haría con aquellos humanos.

Teruhashi lo había molestado, visitándole insistentemente en que debía casarse con ella y con sus hijos podrían hacer una nueva especie para repoblar el planeta que ahora seria "perfecta"

¿Una generación con más ego y poder del que tienen los humanos? Eso no creía que mejoraría las cosas en absoluto. No tenia nada de "perfecto" como diría ella.

Sintió un sonido en la puerta de su palacio, realmente esperaba que no fuera Teruhashi otra vez, ni ninguna de las diosas, no estaba de humor, ni siquiera para la diosa de los dulces que era Mera con la que solía comer seguido. Abrió la puerta y por menos de medio segundo creyó no ver a nadie, pero luego noto a un humano que al parecer estaba muerto justo a la entrada. Tenia un cartel que decía "Sacrificio para calmar la ira de Dios"

Esto lo irritó, pero no dejaría a ese chico muerto, menos tan cerca de su morada, debió hacer mucho para lograr llegar tan lejos. Lo entró y le dio aliento de vida en un beso que hizo que su corazón volviese a latir y que sus ojos se abrieran lentamente.

― ¿Estoy muerto?

Estabas. Te habías muerto por la falta de oxigeno y el frio extremo de la montaña. No me gustan los sacrificios humanos, quiero que vuelvas por donde viniste.

El chico que tenía un aspecto bastante normal y unos ojos color pardo se disculpó haciendo una exagerada reverencia, puesto que estaba seguro de estar con su dios.

―No puedo mi señor, me obligaron a venir aquí, a pesar de que mi cuerpo no es fuerte, es promedio. Dijeron que yo sería un buen cordero para calmar la ira del dios Saiki. No tengo a donde ir, si regreso creerán que no vine aquí y matarán a mi familia...por favor.

Saiki leyó su mente, no mentía en absoluto, pero no sabía que podía hacer con un simple humano. Solo un parpadeo y ya sabía todo sobre ese chico.

¿Qué debería hacer contigo Hiroshi Satou? Este es un territorio sagrado.

―Lo que usted quiera, Saiki-sama sabe que los humanos le pertenecemos, puede matarme o castigarme severamente y yo lo tomaré con honor mi señor.

No voy a matarte, ni a castigarte, no es tu culpa que los otros humanos te hayan usado. Sin embargo, cumplirás todo lo que te pida y sin rechistar.

El chico asintió. Saiki lo dejaría convivir con él para ver mejor el comportamiento de un humano promedio.
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Los días fueron pasando, convivir con ese humano le parecía que seria un fastidio, pero en vez de eso se descubrió fascinado mirándolo como siendo tan sencillo parecía tan ¿feliz? estando allí. Los sentimientos y pensamientos de Satou eran tan simples y su cuerpo tan promedio, pero se descubrió mirando con deseo sus nalgas una vez. Era tan sencillo, pero a la vez tenia algo que le atraía demasiado.

―Saiki-sama, le hice su postre favorito de gelatina de café. ―Le llamó una vez. Saiki no le pidió hacerlo, de hecho, nunca le exigió nada a ese humano excepto irse de palacio, pues ningún otro humano debía de saber de como era su hogar. Además, nunca molestaba como lo harían incluso otros dioses con él.

Miro la gelatina de café y la probó. Definitivamente deliciosa, no a un nivel divino, pero a nivel humano estaba exquisita.

Delicioso, hazme más.

Satou asintió y le trajo muchas más y aunque Saiki amaba la gelatina de café, ahora sentía que la gelatina de café no era solo lo que quería en ese instante.

Comió la deliciosa gelatina con gula, pero había algo más, necesitaba más y no era comida, un hambre de la cual aún no estaba saciado.
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Simplemente estaba enamorado de ese humano. Lo amaba, era demasiado lindo a sus ojos. Era absurdo, pero mientras más pasaban los días la presencia de Hiroshi Satou lo alborotaba de muchas maneras, tenia que estar pendiente de lo que hacía, incluso como dormía.

Quería a Satou para siempre con él. Lo había decidido: Ese chico seria su esposa.

Solo hasta que se casaron, la ira de Saiki por los humanos desapareció.