En el parque de diversiones

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De alguna manera los dioses por fin estaban de su favor, no solo había logrado tener a Satou, sino que logro pedirle ir a una cita.

Por fin un día relajado para el, se puso sus mejores ropas y un perfume que oliera bien, ansioso de ver a su amado. Apenas leyó sus pensamientos se traslado al lado de la puerta antes de que este tocara el timbre, no quería que este conociera a sus extraños padres. No aún, es que temía que conocía a los suyos, no volviese a ser tan normal como lo era.

Tenia que estar seguro que nada influenciara en su preciado. Se despidió de sus padres y salió por Satou quien estaba a punto de tocar.

Buenos días, Te ves muy bien Satou-kun.

El mencionado saludo amablemente.

― ¿Tú crees? Yo creo que tal vez mi vestimenta sea muy común Saiki-kun.

Es perfecto. No necesitas más.

Y lo era, obviamente para los ojos enamorados de Saiki, quien ahogo un suspiro.

―Tú en cambio luces muy bien, te ves atractivo.

Si quieres me cambio ahora mismo.

―Es un detalle muy dulce de tu parte, pero no, no quiero que hagas eso por mí.

¡Tan normal! ¡Realmente me encanta! Grito Saiki para sus adentros.

Entonces vamos.

Sabia lo que pensaba Satou a cada paso que iban al parque de diversiones, era intuible lo que pensara y la verdad eso hacia que se relajara, era como el final de esos pensamientos tan tormentosos de gente indeseable. Era por fin el descanso de su mente. Tal vez lo único no común es que fueran dos hombres como pareja a un parque, bueno, era normal, pero aún no estaba tan normalizado lamentablemente.

Y obviamente los poderes de Saiki, de los cuales Satou no tenia idea.

El primer juego al que entraron fue a la montaña rusa, donde el que mas grito es el de cabello negro, Saiki sabia como mantener la calma, lo cual era decepcionante para el mismo a veces, pero la presencia de Satou era como el toque que hacia falta pues al verlo de reojo su corazón se aceleraba más que por la velocidad en la que estaban cayendo.

Luego entraron a la casa del terror sugerido por Satou, quien también fue el que más se asustó. Saiki no podía asustarse de verdad, pero que Satou lo abrazara casi hace que se le salga el corazón del pecho.

En cierto momento, el calor, la cercanía o no sabia exactamente que, hacia que Kusuo se sintiera raro, no incomodo, sino un extraño cosquilleo en su cuerpo, quería besar a aquel chico tan lindo, tan normal que de pronto se mantuvo muy aferrado a él. Temió de pronto que su corazón sonara más fuerte que cualquier cosa en ese lugar.

―Saiki-kun es muy valiente ¿no? No parecía que estuvieras asustado con nada. ―Hizo un leve puchero― Quería hacerme el valiente y mostrar que puedo defenderte, pero parece que salió al revés.

Estas equivocado, también estuve asustado.

Pero de dejarme llevar y besarte, no creo que sea correcto, no aún. Quiero estar seguro de lo que siento.

― ¿En serio? Pues lo controlas muy bien. Me gustaría ser cool como tú Saiki-kun.

No soy cool, todo lo contrario, atraigo a gente muy rara y me es incómodo, no soy muy sociable.

―Pero yo no me considero raro y me atraes. ―Satou se ruborizó un poco al confesarlo.

¡AAAAHHHHHHH! ¡ES DEMASIADO NORMAL! ¡ME ENCANTA!

A mí también me gusta mucho Satou-kun

Un rubor se asomo en sus mejillas, emocionado por las palabras de aquel chico quien sonrió tímidamente.

La misma vergüenza que sentía Satou hizo que buscara algo para distraerse, tomando de la mano a Saiki y comprándole algodón de azúcar, cosa que este último recibió con gran alegría. Como siempre amando las cosas dulces.

Fue una cita perfecta.

Al final ambos se despidieron en la esquina que separaba los caminos para ir a las respectivas casas.

Todo muy bien, todo excelente, sin embargo...

Me arrepiento de no haberle dado ese beso.



Semana SatoSAIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora