1er Año En Hogwarts

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Draco Malfoy POV

Al entrar al gran comedor, y pasar por el sombrero seleccionador, yo quedé en Slytherin naturalmente, como todos los miembros de mi familia.

Hermione quedó en Gryffindor, eso no me sorprendió en lo absoluto, tiene muchas cualidades de esa casa, pero me sentí desilusionado por otra parte, porque quería estar con ella.

Vi como el idiota de Weasley se burlaba de ella con algunos otros imbéciles, cuando ella subió al asiento del sombrero seleccionador.

Quería arrancarle la lengua al zanahorio, no lo soporto.

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Unos días después

Caminábamos luego de la clase del profesor Filius Flitwick, vi como el idiota de Ronald Weasley hablaba con más inútiles de Gryffindor.

-Es levioosa no leviosá. Te lo juro, es insoportable, ahora se porque no tiene amigos.- escupió el muy infeliz.

Ella iba atrás de ellos, lo empujó del hombro corriendo para adelantarse, mientras se abrazaba fuertemente a sus libros.

-Creo que te escuchó.- comentó el cuatro ojos, cara rajada.

No había que ser un genio para entender que la había herido profundamente, y yo no pensaba quedarme quieto.

Camine un poco más hacia ellos y le di una patada a Weasley por la espalda, haciéndolo caer de frente al suelo.

-¿QUÉ TE PASA MALFOY?.- escupió fúrico el cabeza de cerillo.

-Ay perdón, te confundí con una insignificante piedra que estaba en mi camino, ahora quítate zanahorio idiota, que tu enorme trasero pobreton estorba el patio.- seguí caminando como si nada ignorando los chillidos y protestas de esos descerebrados.

Me dirigí a buscarla por todo el castillo, lo cual no fue tarea fácil, me tomo un buen tiempo encontrarla.

Entré a los baños de niñas del segundo piso.

-¿Hermione?.- pregunté revisando uno por uno de los cubículos, podía escuchar a alguien sollozar.

-Hermione, se que estas aquí, sal por favor.- le dije con voz suave tocando la puerta de su cubículo.

Ella abrió la puerta, y me abrazó.

-Draco...- me habló ella como si fuera un ruego.

No podía verla, porque ella enterró su cara en mi cuello al abrazarme, sentí una nube de duendecillos voladores en mi estómago, me ruborice pero no me separé de ella.

-¿Te encuentras bien, May?.- le pregunté tratando de mantenerme sereno. Ese apodo para ella me salió natural, pero pareció no molestarle.

-Si... Estoy bien, gracias, Draco.- ella se separó un poco de mi y me sonrió, tenía los ojos un poco hinchados, rojos y llenos de lágrimas.

-Es oficial, voy a matar a ese zanahorio idiota.- murmuré sin pensar, con una mueca marcada de fastidio, mientras le borraba el resto de lágrimas con mi pañuelo.

Ella se sorprendió levemente y me sonrió con ternura.

-No hace falta, sé que tiene razón.- ella miró al suelo con una expresión triste.

-Eso no es verdad, Hermione, yo sí soy tu amigo, aunque no pueda gritarlo a los cuatro vientos... Además ya me di el gusto de darle una patada en el trasero y hacerlo caer al suelo, luego de que te dijo lo que te dijo, me avisas si quieres que vuelva a "ponerlo en su lugar".- le dije tratando de animarla, aunque no soy muy bueno con esas cosas.

Ella sonrió y me miró con una expresión que no supe identificar, me abrazo de nuevo y yo la rodee con mis brazos dándole suaves palmaditas en la espalda.

-¿Vamos al comedor?.- le pregunté sin dejar de acariciarla.

Ella asintió con la cabeza.

-Si, dame un momento, vete adelantando hasta el comedor, por favor.- me respondió y yo asentí, le di un pequeño beso en la mejilla, vi como ella se sonrojó y le sonreí antes de salir.

Caminaba por el pasillo, dirigiéndome  al gran comedor, pero vi que muchos estaban corriendo detrás de los prefectos.

No entendía que sucedía.

-¡Hermione, ella no sabe que hay un troll, debemos decirle!.- escuché que le dijo el cara rajada, al zanahorio idiota, mientras corrían hasta el baño de niñas del segundo piso.

Corrí tras ellos sin dejarme ver, atravesando un pasadizo secreto que conocía de antemano para llegar primero.

Leer sobre el castillo en mis tiempos de ocio en la mansión, finalmente dieron sus frutos.

Al llegar ella estaba siendo acorralada por un troll. Tenía el corazón en el puño. Vi como el troll intentaba golpearla, conjuré un protego, hechizo muy avanzado, que aprendí en mis tardes de soledad en la biblioteca de mi mansión.

El enorme barrote rebotó en ella y le dio justo en la cara al Troll.

-¡Hermione!.- grité y ella se volteo a mí con sus ojos caramelo llenos de preocupación y lágrimas.

El troll se giro hacia mí y me golpeó tan fuerte que me hizo volar por los aires cayendo detrás de las duchas.

En ese momento el zanahorio y el cara rajada entraron y se dieron con el troll, empezaron a distraerlo.

Con dificultad me incorporé acercándome hacia ellos, Weasley intentó hacer el hechizo de levitación, pero sabía que no lo lograría, así que lo hice yo, logré golpear al troll en la cabeza y dejarlo desmayado en el suelo.

Me deslicé ocultandome detrás de la pared, al ver que todo había acabado, bajo la atenta mirada de mi castaña.

Los profesores no tardaron en llegar, luego yo me fuí cuando todos abandonaron el baño, me dirigia a la enfermería con dificultad, estaba casi seguro que tenía un par de costillas rotas, de todas formas no era nada comparado a las palizas de mi padre, pensé mientras esbozaba una sonrisa.

Al fin y al cabo había logrado salvarla, era todo lo que me importaba.

-Draco.- me llamó alguien, detrás de mí.

Me giré a verla, instintivamente ya reconocía esa voz sin dudar.

-Hola May, ¿estás bien?.- me pregunté casual mientras intentaba pararme erguido, pero el dolor no me lo permitía.

-Draco, te heriste por mi... Se que tu lograste conjurar un hechizo avanzado para protegerme y luego hiciste levitar el garrote del troll, no Ron.- ella me miraba con sus bonitos ojos caramelo, brillaban con intensidad y se veían preciosos.

-Oh, bueno... ¿Somos amigos no?, estoy bien, iré con Madame Pomfrey, para alguna poción, no te preocupes. El troll si que golpea fuerte.- le sonreí para tranquilizarla y quitarle hierro al asunto.

-Te ayudaré.- dijo decidida mientras, tomaba mi brazo para pasarlo por sus hombros, y me sostuvo gentilmente de la cintura para ayudarme a caminar.

Yo me sentí en la gloria, olvidando todo dolor en ese momento, en que pude verla dedicarme de las sonrisas más sinceras y dulces que hasta ahora, nadie nunca me había dedicado.

En nuestro trayecto a la enfermería le conté sobre mis padres, su ideología, le dije que nuestra amistad debía permanecer en secreto, ella me miró triste pero asintió, aceptando.

Yo sabía que ella merecía más... Pero era lo que podía darle por el momento, juré estar para ella siempre que me necesite, ella me sonrió contenta y feliz.

Mi secreto con ella (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora