Love or War [JOTAKAK]

ACT VII: El despertar de un rebelde... o un héroe?

Jotaro

Aquel día era igual que cualquier otro, su madre mostraba mejoría, y gracias a ello pudo salir a dar un paseo en la mañana en un picnic por petición de ella, así fuera con media botella de vino que tenían guardado hace muchos años, pan fresco y bolitas de arroz las cuales había preparado su madre, todo iba bien después de todo y no necesitaba nada más, aparte agradecía que en los ultimos días no volvieron a molestarle aquellos jóvenes ruidosos y el anciano, quizá algunos mensajes que iban de aquí a allá pero nada más ocurrió, solo disfrutó del momento con su madre a quien escuchaba parlotear de muchas cosas incluso con recuerdos vagos de su niñez, le resultaba irritante, sin embargo en cierta parte estar con su madre le brindaba una sensación de paz. 

Al caer el sol supo que debía acompañar a su madre a casa para luego ir a trabajar, estaba lleno de energía, lo suficiente para aguantar hasta tarde en la noche pues eran bastantes cargas que atender, las cuales no fueron problema alguno. Durante la carga nuevamente habia llegado el anciano el cual creyó que finalmente le habia dejado en paz, incluso le sorprendió que viniera tan deprisa. 

-ya le dije que no estoy interesado, hasta cuando va a seguir- comentó molesto el pelinegro en cuanto el mayor se acercó a el, sin embargo y su frase fue interrumpida rapidamente por el anciano

-no se trata de eso¡ el pueblo, está en llamas, hace unos minutos los militares se fueron despues de haber dejado-

El joven no se detuvo a escuchar más, dejó caer la caja y salió corriendo deprisa sin importar que los demás empezaran a gritarle que se detuviera, solo siguió corriendo hasta llegar a su hogar, empezó a llover, y las llamas habían disminuído, aunque era inevitable el denso humo por toda su casa, entró deprisa levantando los escombros, las tablas de madera del techo, ya de ahí no quedaba nada, llamó a su madre desesperado intentando escuchar una respuesta de ella, algo, lo que sea... continuó caminando por el lugar y de inmediato visualizó una mano que asomaba bajo la pila de madera, inmediatamente fue a levantar este con fuerza y lo lanzó lejos viendo el cuerpo de su madre, Lo unico que pudo hacer fué abrazar el cuerpo inerte de la mujer quedándose por un largo tiempo ahí... reaccionó una vez escuchó unos pasos entrar a la casa, levantó su mirada visualizando la enorme silueta del anciano el cual extendió su mano con pesar

-Jotaro... se que es insistente... pero en verdad necesitamos cuanta ayuda posible para que esto no vuelva a ocurrir, no le ocurran a más personas como tu madre- susurró con pesar, mirando espectante al pelinegro, elcual no recibió su mano sino que solo se levantó con la mujer en brazos caminando hacia la salida y se detuvo allí mirando de reojo al anciano

- que esperas viejo? has que valga la pena, porque yo no pienso morir sin vengar a mi madre primero -mencionó de una forma suave y seca saliendo del lugar para caminar hacia una colina, la colina que amaba ir su madre, donde en la primavera florecían flores de cerezo y en el otoño la hierba era alta y acolchada, era un lugar ideal para que su madre floreciera junto con ellas. así que duró toda la noche cavando un hoyo profundo, hasta que el sol nuevamente salió de entre las montañas iluminando el árbol que se empezaba a secar, envolvió cuidadosamente el cuerpo de su madre en una manta para meterla ahí y cubrir nuevamente el hueco dejando un bulto de tierra, que se rodeaba de hojas y flores que continuaban cayendo poco a poco. 

El hombre mayor acompañó a Jotaro toda la noche, se habia quedado dormido en su puesto, pero despertó en cuanto los rayos del sol iluminaron su cara, se despertó con cierta molestia y se levantó al ver que el pelinegro continuaba allí, pasó por su lado y tomó su hombro- vamos, te presentaré a los demás- mencionó suavemente esperando que el joven terminara de despedirse y caminó hacia la guarida, que era tal cual decía en el mapa que le había entregado a Jotaro y tocó la puerta un par de veces, 3 toques seguidos y dos demás, y de inmediato los recibió en la puerta el mismo muchacho de cabello peinado