38. Repartiendo hostias como panes

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"Estoy harto de esto"

"Estoy harto de fingir que me gustas"

"No te soporto"

"Eres una pesada, aburrida y para nada mi tipo"

Las palabras de Bartolomé, no paraban de repetirse en su cabeza. Lo odiaba, la rabia corría por sus venas. Quería hacérselo pagar muy caro, pero a la vez no quería hacer nada. Era todo una duda permanente.

Taty no sabía qué hacer y se sentía muy alterada por lo sucedido, así que decidió salir a dar un paseo. 

Caminaba tranquilamente, respiraba aire puro, pero algo no iba bien. El pecho le dolía, el cuerpo le temblaba, las lágrimas se querían escapar de sus ojos, pero no podía llorar en mitad de la calle. Sus pensamientos no paraban de atormentarla diciéndole que tal vez se había confundido, que a lo mejor la culpa era de ella, siempre era culpa de ella, que no debía de haber dicho aquello o tal vez aquello otro. Tenía que volver a casa, todo el mundo la está mirando, no puede soportar tantas miradas.

Pero entonces, Taty oye algo:

-Sí, jajaja-

Puede ser que sea...

-Ey, no me vayas a largar como Taty de casa- dijo Bartolomé

-¿Cómo?- preguntó uno de los tontos de sus amigos

-Sí, sí, me echó de casa, en verdad tenía que haberla dejado yo hace tiempo, que pesadez por Dios, jajaja- dijo Bartolomé

Taty caminaba lentamente hacia Bartolomé con el corazón a mil por hora, sabía bien lo que debía de hacer, pero tenía miedo, como siempre, todos la miran ¿Y si hace algo que no debe y empeoran las cosas? Cierra los ojos, los vuelve a abrir y da un paso más hacia adelante.

-Hombre, amor ¿Qué tal?- dice Bartolomé

-Bartolomé... Se acabó- dice Taty

Acto seguido Taty le da un guantazo a Bartolomé que le revira la cara. Bartolomé no para de reírse con sus amigos, pero a Taty le importa tres pimientos, porque ha hecho lo que debía y eso es lo importante.

 Bartolomé no para de reírse con sus amigos, pero a Taty le importa tres pimientos, porque ha hecho lo que debía y eso es lo importante

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Taty se sienta en un banco, está muy nerviosa, le tiemblan las manos y tiene los ojos llorosos por la rabia acumulada.

Estaba muy furiosa, juró no volver a hablarle a ese cretino nunca jamás. Hacer todo lo que hizo y luego aún por encima cachondearse con sus amigos, era imposible permitirlo.

A lo lejos veía como se acercaba Dani, un compañero de la clase de Bartolomé, pero Taty sentía vergüenza y estaba un poco delirando, porque seguro que también se creía las mentiras de Bartolomé.

Hasta que llegó a su lado y dijo:

-¡Hola Taty! ¿Qué tal?- dijo Dani

-Hola...Bien ¿Y tú?- Taty no se lo esperaba para nada

Durante horas hablaron. Taty se lamentaba un poco porque seguro que había estado sonriendo como una tonta todo el rato o había dicho algo inapropiado, pero tampoco le importaba tanto, porque algo inexplicable le daba seguridad en sí misma y al final ¿Qué más daba confundirse? ¿Qué más daba no ser perfecta? Nadie lo es al fin y al cabo...

¿Es esto un nuevo comienzo?

¿Es esto un nuevo comienzo?

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Mi vida es morrocotudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora