La octava verdad

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—¡Es mi mejor amigo, no puedo faltar a su boda! —Expresó con un enfado que el otro reconocía bien. Se comportaba de esa forma que a Luka le disgustaba. 

—¡Bien, entonces ve tú! Yo tengo algo importante que hacer —espetó y le miró con el ceño fruncido. 

Le pareció extraño aquella visión. Claramente se trataba de un sueño, pero observaba todo como si fuese un tercero y, al mismo tiempo, podía saber lo que su versión de la visión pensaba. 

El rostro de la otra persona a su lado aún lucía ligeramente borroso. Sin embargo, podía ver todo lo demás de él. Su cabello rubio y su estatura más baja a la de Luka. 

Esa era la primera vez que no le mostraban pequeños fragmentos, sino una escena completa, una que se le hizo muy familiar. 

—¡¿Me dejarás solo?! ¡Esto es importante para mí! ¡Ellos fueron a nuestra boda! ¿Cómo puedes ser tan egoísta?

Sintió el enfado de su contraparte aumentar por ese comentario. 

—¿Yo estoy siendo egoísta? —Sonrió, irónico—. Entonces no me imagino lo que tú estás siendo ahora. 

No logró apreciar el gesto del otro chico, pero tuvo la ligera sensación de que su cara se había descompuesto y cambió su expresión a una más triste. 

El Luka del sueño pareció reparar en ello por el arrepentimiento que cruzó su rostro. Supo que quería disculparse y hablar adecuadamente del tema, pero el rubio no le dio tiempo, se dio la media vuelta y se encerró en el dormitorio que compartían. 

Se observó a sí mismo llevarse las manos a la cara, con frustración y miles de pensamientos atravesaron su mente. 

Aquella no era su primera pelea, pero se habían vuelto algo constantes en los últimos meses. No entendía como todo pasó de estar bien a estar tan mal en tan poco tiempo

No quería que esa situación se volviera frecuente, que ambos discutieran por cosas triviales y sin sentido. Quizá, sólo quizá, podía dar su brazo a torcer por esta ocasión. 

Se mordió el labio, mirando a la puerta de la habitación de reojo. Suspiró antes de sacar su teléfono del bolsillo y marcar un número. 

La otra persona no tardó en contestar y le saludó con un tono entusiasta. 

—Sí, oye, lamento interrumpirte, pero ¿crees que podamos pasar la cita al banco para otro día? Es sólo... me surgió algo muy importante y no me gustaría ausentarme. 

Hubo un silencio y el hombre al otro lado resopló, exhausto. Luka podía imaginar el gesto que tendría en el rostro. Se sintió mal al instante por sugerir aquello cuando el hombre había hecho hasta lo imposible por ayudarle con el proyecto. 

—Escucha, tú sabes que para mí no es ningún problema, pero los del banco se han visto demasiado renuentes a darte este préstamo, Luka. Recuerda que no tienes un empleo estable ni la seguridad de que lo de la tienda vaya a funcionar —le oyó revolver algunos papeles y cerrar los cajones de su escritorio—. Sin mencionar que el viejo Wang comienza a desesperarse porque sigues aplazando la fecha para la renta del local. Dice que se le escapan clientes potenciales.

Se frotó la sien al oírlo. Por supuesto que sabía todo eso, había estado muy al pendiente de cada movimiento respecto al plan que deseaba llevar a cabo. Pero las dificultades que se le presentaban a cada momento sólo le hacían creer que, tal vez, no era buena idea hacerlo. 

Salto atrás (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora