Duodécima vuelta, último carril

580 44 31
                                    

12

Abrió los ojos con lentitud al sentir la suavidad y calidez de otro cuerpo junto al suyo. 

Los parpados le pesaban y volvió a cerrarlos apenas distinguió el pelo rubio muy cerca de su rostro. Le atrajo más a sí, medio adormilado, abrazándole por la cintura y hundiendo su nariz en los mechones dorados. 

Era una sensación familiar que no le pareció en lo absoluto extraña. No tardó en quedarse dormido de nueva cuenta con el menor entre sus brazos. 

No fue hasta que un teléfono sonó que volvió a moverse. Palpó el buró a tientas, localizando el aparato poco después y respondiendo sin verificar el contacto en la pantalla. 

Contestó, soñoliento, aún acostado y con voz pastosa. 

—¡¿Qué diablos estás haciendo?! ¡¿Sigues durmiendo?! ¡Ven y ábrenos, holgazán! —Concordó el tono de voz con el de su hermana, por lo que se incorporó en la cama con mucho esfuerzo y se frotó los ojos. 

—¿Qué hora es? —Inquirió al tiempo que buscaba por algún reloj en la habitación. 

—¡Son más de las once! ¡Llevamos cerca de veinte minutos aquí abajo, tocando sin parar! —Expresó con molestia y Luka juró que oyó a Rose decirle a la chica que se calmara.

Parpadeó numerosas veces, intentando recordar lo que había sucedido el día anterior. 

Se volvió hacia un lado, reparando en la figura dormida de Adrien, quien se dio la vuelta en su lugar y tirando de la sábana para cubrirse la cabeza. 

Sonrió, pensando en lo adorable que era por la mañana. 

Juleka volvió a gritarle por el teléfono y Luka le aseguró que bajaría en cuanto saliera del baño. Su hermana le apresuró de nueva cuenta antes de colgarle. 

Le echó un último vistazo a Adrien y se levantó de la cama para dirigirse al baño con premura. No quería hacer esperar a las chicas más de lo necesario. 

Bajó a toda prisa y en silencio, no deseando despertar al rubio que lucía profundamente dormido. 

Tras su conversación el día anterior, Luka no fue capaz de dejarle irse con la lluvia y la oscuridad en el exterior. Por lo que le ofreció quedarse a dormir y partir al día siguiente. 

Por supuesto, Adrien estuvo más que encantado. Y, aunque le dijo que dormiría en el suelo, en una cama improvisada, el rubio le dijo que no tenía problema en que durmieran juntos, pues era ya algo usual entre ellos. 

Luka acepto, no deseando dormir en el piso realmente. Hablaron de un par de cosas más antes de quedarse dormidos y Adrien incluso le leyó algo del cuaderno que llevó. 

No supo cual de los dos cayó rendido primero, pero supuso que sería él, ya que no recordaba que Adrien hubiese parado de leer. 

Si bien todavía se sentía algo inseguro con él, aún era feliz de volver a empezar. Quería a Adrien y no creía que eso cambiara ni con cientos de deseos de por medio. 

Suspiró, inusualmente animado antes de correr la cortina de metal y abrirles las puertas al par de chicas. Su hermana tenía un gesto enfurruñado en la cara mientras Rose le sonrió con todo el positivismo de siempre. 

—Cualquier cosa que estuvieras haciendo anoche, espero que valiera la pena, porque voy a gritarte mucho justo ahora —le amenazó la azabache y Luka desvió la mirada sin decirle algo. 

Viendo que la chica hablaba en serio, Rose se interpuso entre ambos y arrastró a Luka lejos de su hermana para recordarle que debía encender el computador. 

Salto atrás (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora