Salto al undécimo

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Apenas abrió los ojos parpadeó reiteradas veces. 

Se incorporó, llevándose una mano a la cabeza con una mueca de dolor. Sentía como si un auto le hubiese pasado encima, error, sólo había sido una motocicleta. La punzada en gran parte de la espalda no duró mucho y desapareció tal como vino. 

Suspiró al advertirse más compuesto. 

Se volvió alrededor, cayendo en cuenta de que ya no estaba en aquel parque, ni en el departamento que compartía con Zoé. 

En realidad, no parecía estar en algún lugar que reconociera. 

El sitio en cuestión lucía como una habitación muy pequeña, sólo con una cama y un par de pertenencias suyas por doquier. 

¿Todo había sido un sueño y despertó en algún lado que no podía recordar? 

Su primer pensamiento fue llamar a Zoé. Quería disculparse por no llegar la noche anterior y faltar a su promesa sobre su respuesta definitiva. 

No obstante, su teléfono comenzó a sonar de improvisto con el contacto de su madre en la pantalla. Frunció el ceño, confundido por eso. 

Lo último que recordaba de ella era haberle echado en cara el secretismo sobre la identidad de su padre. Claro, fue cosa de aquel sueño, pero aún se sentía culpable por haberle hablado mal. 

Luka no era de explotar en emociones de esa forma, pero no pudo evitarlo al pensar en que todo pudo haberse solucionado si ella se lo hubiese dicho entonces. 

Tomó una gran bocanada de aire antes de expirar y atender a su llamado. La voz de la mujer sonaba enfadosa, lo que le desconcertó más que antes. 

—¡¿Dónde estás Luka Couffaine?! ¡No llegaste a dormir! ¡¿Otra vez estás en la tienda?! —Ella suspiró y Luka supuso que estaba intentando calmarse, la conocía bien—. Lo siento. Sé que eres un adulto, pero me preocupas. Siento que pasas demasiado tiempo allí.

No contestó de inmediato. Buscaba en su cabeza alguna respuesta que sonara coherente, pero no sabía de lo que hablaba su madre. No recordaba que ella se preocupara tanto por donde dormía, al menos no desde que se mudó con Zoé. 

Se paseó por la habitación, reparando en el calendario que se encontraba colgado en la pared. Tenía varios rayones en diferentes días y algunas anotaciones que Luka no logró coincidir con su memoria. 

—¿Estás ahí? 

—¡Sí! Ah, lo siento. Acabo de despertar y creo que... estoy un poco desorientado —admitió, sin dar gran detalle. 

Anarka bufó—. Es lo que te digo. Dedicas demasiado tiempo a eso, Luka. Sé que es importante para ti pagar la deuda con el tonto de tu padre, pero no creo que valga el desgaste físico y mental. Sigo creyendo que no deberías devolverle un solo centavo. 

Esa declaración impresionó al muchacho, quien reparó en el circulo rojo alrededor de cada día quince del mes, ese mismo que rezaba "pagar, Jagged". Podía reconocer su letra, por lo que no dudó que él mismo lo había escrito. 

¿Qué era todo aquello? ¿Dónde se encontraba? ¿De qué hablaba su madre? ¿Por qué todo era tan confuso? 

Se llevó un par de dedos al puente de la nariz, sobrepasado por los acontecimientos que no alcanzaba a comprender. 

Necesitaba silencio, calmarse y concentrarse para encontrar las respuestas. Los alegato de su madre continuaron, exasperándolo. 

—Mamá, mamá —repitió cuando ella se negó a escucharle—. Creo que no me siento bien, ¿de acuerdo? Necesito descansar, te llamaré más tarde y... 

Salto atrás (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora