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La azabache abrió los ojos de repente, sentía calor en su lado derecho y podía escuchar perfectamente una respiración tranquila en su nuca.
—¿Ya despertaste? — susurraron —Buen día. — el calor que sentía pronto desapreció, el chico se había sentado en los pies del sillón-cama.
—Buenos días. — estiró su espalda —Draken. — soltó un risita.
—¿Mh? — la chica comenzó a reír a carcajadas.
—Que buena manera de empezar la mañana. — seco una lágrima que escapaba de sus ojos por tanto reír.
—Porque te despertaste a mi lado.
—Por tu lindo peinado. — despeinó aún más al rubio mientras se levantaba.
Ken se levanto y observó el desastre que tenía en el pelo. Lo peino con sus dedos y rápidamente lo ato con una cola.
—¿Qué queres para tomar?
—Yo me preparo.
—No, te estoy preguntando.
—Y yo te estoy diciendo que me lo preparo yo.
—Que terco. — sonrió —Esta bien, prepáratelo.
—¿Podías decirme donde esta el café?
—No, dijiste que vos te lo preparabas. — lo miro con una sonrisita.
—Bueno, no desayunaré.
—Tenes que hacerlo, es la comida más importante del día. — frunció su ceño.
—Entonces decime dónde está el café. — sonrió arrogante.
Lo ignoró y saco dos tazas de la estantería. Abrió un cajón para sacar el tan preciado café, pero el rubio fue más rápido y pudo agarrarlo primero, así que la mano de ella aterrizó sobre la de él. Sintió un choque eléctrico, le dolió, pero aún así no sacó la mano de allí. Tenía que agarrar ese café.
—Con que acá estaba. — lo levantó y la mano de ella se cayó pero reaccionó rápido y tomó la parte baja del frasco.
—Dámelo.
—Yo voy a prepararlo.
—Pero es mi casa y yo decido.
—Pero es el café que yo voy a tomar.
Los dos estaban con su entre cejo fruncido mirándose mutuamente esperando el momento en que alguno afloje su agarre en aquel frasco. Les gustaba tener que mirarse.
—¿Y si dejamos de lado todo este asunto del café y me das un beso?
—¿Qué? — la pregunta la tomó por sorpresa e inconscientemente aflojó la fuerza dejando que el chico tome el frasco.
