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—¿Y cuando la vas a llevar para que todos la conozcan?
—No quiero llevarla, Mikey.
—¿Por qué?
—No creo que le guste.
—¿Y cómo lo sabes si no le preguntaste? — en el momento que el rubio terminó de formular su pregunta la puerta se abrió dejando ver a una Ciara llena de bolsas.
—Hola. — sonrío.
—¿En qué te gastaste tus ahorros? — la miro su hermano.
—Me pase un poquito.
—Un poquito mucho.
—Si, que se yo.
—¿Cómo te fue?
—Bien, porque me compré ropa ¡Pero me dio mucha pena!
—¿Quién?
—¡Atsushi tarado!
—Habla bien pelotuda, usa conectores que no se entiende, cambias de tema cada dos por tres.
—Es que, es como que, se merece a alguien que lo quiera. — ignoró los insultos.
—¿Alguien mejor?
—No corazón, no hay nadie mejor que yo.
Mientras los hermanos hablaban, los dos rubios escuchaban la conversación.
—Bueno, voy a guardar mis nuevas cosas. — camino feliz a su habitación.
—Ve, Kenchin. — lo alentó el más bajito para que vaya detrás de ella.
—Es la tercera vez que te lo digo, no me mires así, me pones nerviosa. — le hablo al chico que la observaba apoyando en el marco de la puerta.
—¿Salimos?
—No pases de largo lo que te digo.
—No puedo dejar de mirarte así.
—Ahora mi ropa no está mojada.
—Pero la hermosura no se te va.
—¿Qué me habías dicho antes? — evadió el alago, se estaba poniendo nerviosa.
—Si podemos salir.
—El doctor me avisó que si querías hoy podemos ir a que te saquen los puntos. —hablaba mientras doblaba y guardaba la nueva ropa.
—¿Me acompañas entonces?
—Si, obvio, cámbiate y vamos. — besó rápidamente la comisura de su labio mientras salía de la habitación.
[ ... ]
—¡Bien! ¿Ya estás listo? — le pregunto la de hebras negras mientras agarraba un abrigo.
