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—Dame eso. — el rubio hizo berrinche, le había robado su chupetín.
—¿Lo queres? — amenazo con meterlo en su boca.
—Te voy a sacar volando de una patada, Ciro Yamamoto.
—Hm. — se cruzó de brazos comiendo la golosina.
—Ese era el último. — se sentó en el sillón frunciendo el ceño.
—Dale, juguemos otra partida. — amagó a darle el mando de la consola.
—No quiero. — ahora también se habia cruzando de brazos, Ciro no sabía si pegarle o abrazarlo de ternura.
—Toma, te devuelvo tu chupetín. — suspiró rendido llevándolo a lo boca del rubio. Este dudo, miro el dulce y luego lo tomo, se sonrojó al hacerlo. Ciro quiso reírse de eso pero solamente corrió la mirada al sentir su cara roja igualmente.
—¡Llegamos! — la puerta se abrió de un portazo, la peli negra con Draken lleno de bolsas detrás de ella cruzaron la puerta.
—¿Ahora tenes esclavo? — su hermano salió de la incómoda situación de hace un momento para acercarse a los recién llegados.
—¿Mh? Si, es más, podías hablar con él sobre cómo ser mejor esclavo, porque los dos andan de la correa. — sonrió sentándose con Mikey, dándole un paquete de sus preciados chupetines. Antes del que el rubio pudiera agarrarlo la azabache lo alejó —Te lo doy con una condición.
—Vamos Ciara, no empieces.
—Bueno, que mal por vos. — se levantó del sillón.
—¿Qué quieres?
Ella emocionada volvió hacia él.
—Ya besa a mi hermano. — susurró.
—...
—El también quiere Mikey, deja de dudar tanto. — dejó el paquete de golosinas a su lado y se fue.
[ ... ]
—¿Vamos por unos refrescos? — lanzó su casco hacia el pelinegro.
—Claro.
—Sube. — hizo un gesto con la cabeza, invitándolo.
Ciro se sentó detrás del rubio sosteniéndose de las barillas a sus costados.
La moto avanzó a una gran velocidad. Manjiro disfrutaba ver el sufrimiento del chico. En un bache la moto salto más de lo normal y asustado el Yamamoto se aferró a la cintura de su compañero. Lo tomo por sorpresa y sintió un escalofrío en su espalda.
—¡¿Queres matarnos o qué?! — gritó enojado.
El rubio bajo la velocidad y estacionó en un konbini frente a la playa. Estaba anocheciendo.
—Perdón. — se disculpó al ver cómo el pelinegro bajaba de la moto sin dirigirle la palabra. Entro a la tienda y él lo siguió.
—Deja de acosarme. — habló mientras agarraba unas papas fritas.
—¿Y que más quieres que haga? No me hablas.
—Mh.
—Te pago las papas y te desenojas.
Ciro paró las orejas.
—¿Comida gratis? Acepto.
Los dos adolescentes salieron del lugar con bolsas en sus manos.
—Vamos a la playa, comamos allá.
—Aseguró la moto y voy.
El rubio tardó un poco en llegar. Estaba nervioso por lo que fuera a pasar y el azabache también.
Lo estaba esperando impacientemente mientras tiraba piedras al agua.
Mikey se sentó a su lado sin emitir sonido alguno. Las palabras de Ciara daban vueltas en su cabeza.
—Tengo que decirte algo. — hablaron al unísono y rieron por eso.
—Tu primero.
El peligro respiro profundo y cerro los ojos para poder soltar su discurso, pero antes de que pudiera decir algo el rubio estampó sus labios con los de él. Fue un beso corto y dulce, probablemente con sabor a chupetín mister pops azul.
Se separó rápidamente y miró para otro lado, disimulando.
—Te interrumpí, perdón, ¿Qué querías decirme- ahora fue Ciro quien juntó sus labios y agarró el cuerpo contrario para atraerlo levemente hacia él.
—Que quería besarte, eso te quería decir. — habló agitado separándose del beso.
Mikey agarró la camisa contraria y la sacudió con rabia.
—Entonces, ¡¿Por qué me hiciste esperar tanto?!
—Está bien, no te enojes. — río tomando entre sus manos la cara contraria.
El rubio soltó su agarre para sacar las manos ajenas de su cara con vergüenza.
—¿Volvemos?
—Lo que vos digas. — se levantó —Pero esta vez manejó yo.
—¿Sabes?
—Si, mi tio me enseño.
Mikey arqueó una ceja.
—Bueno, mi tío le enseño a Ciara y ella a mi.
—Espero que hayas sido buen alumno.
—Ja si, hablo.
—Yo deje la escuela por causas mayores.
—Cállate y ponete el casco así arranco.
Hizo lo que le pidió y al terminar se aferró a la cintura del chico por "seguridad"
—¿No queres darme un beso por seguridad también?
—No.
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