Vida profesional, ¿eh?
Desde que se había unido a un equipo profesional Jungkook se sentía agotado, feliz por cumplir su sueño pero agotado, realmente agotado. Había dedicado su corta vida y su cuerpo entero a ello, a conseguir unirse a un equipo de béisbol profesional y lo había conseguido, debería sentirse dichoso y completo pero no. Lamentablemente aún faltaba algo, algo esencial. Tal vez por ello, desde que había cobrado su primer sueldo, decidió enviar regalos anónimos a una única dirección esperando así llenar aquel vacío en su corazón.
—Hey, Jeon, te toca.
—Sí.
No era de los más entusiastas pero ahora se veía en la obligación de responder cuando era llamado, especialmente ante el catcher titular y capitán del equipo, Min Yoongi, quien era cuatro años mayor y llevaba mucho más tiempo en ese mundo. Acomodó su gorra negra y apretó con fuerza el guante en su mano izquierda, saldría ese día a jugar, era el tercero (de tres días consecutivos contra el mismo equipo) de la Liga. Si se tratará de la definición de campeonato, serían cinco juegos seguidos (cinco días contra el mismo equipo) pero no era más que una menor para llegar a la final, el mundo profesional era más complicado que sus torneos de preparatoria.
—Cambio de pitcher, 97, Jeon Jungkook.
El anuncio viajó por todo el estadio, estadio dispuesto para juegos de ligas y exclusivos solo para los que pagaran las entradas, después de todo de esas ventas (un buen porcentaje) dependía el sueldo de los jugadores, principalmente cuando jugaban en casa (locales). Jungkook no había jugado en los dos días anteriores por su salud, pues era obvio que se agotaría demasiado y debía mantenerse en óptimas condiciones para el último juego, además el equipo no dependía de un solo pitcher. Algo que lo ayudaba a dar más de sí mismo en el juego. Sonrió moviendo una mano en el aire mientras escuchaba los gritos y vítores del público, parecían emocionados por verlo jugar, él también lo estaba.
Masajeo un poco su hombro y calentó a un lado del campo, Yoongi recibía cada uno de sus lanzamientos sin problema y por supuesto él lanzaba dependiendo de como el catcher se lo pidiera, su control de la bola había mejorado inmensamente y su fuerza no se había visto afectada en lo más mínimo. Antes de que el juego fuera reanudado, sus ojos recorrieron el estadio a una velocidad de vértigo, buscando arduamente un rostro que no había visto desde hacía muchos años. Esperaba verlo ahí, al menos solo una vez más esperaba verlo. Entonces el mundo se detuvo, Jungkook sintió su corazón detenerse por una milésima de segundo y luego latir a un ritmo insano, ahí estaba.
Namjoon sí había ido.
—Es a penas la tercera entrada, así que concéntrate.
—Sí.
Murmuró volviendo al mundo real, saliendo de su bella ensoñación gracias a la cruel y fría voz del capitán, Yoongi le dio un leve golpe en la espalda y lo empujo hacia el montículo. Acomodó su gorra y miró al frente, la imagen de Namjoon, quien obviamente había cambiado mucho en esos años, seguía volando alrededor de su mente pero más allá de distraerlo, le dió fuerza para lanzar mejor y ganar ese juego. Su equipo se llevó su cuarta victotia consecutiva, ascendiendo en la tabla, pronto alcanzarían la parte más alta y podrían jugar contra los campeones actuales de la Liga. Aunque Jungkook no se quedó a celebrar el triunfo con su equipo, en cuanto el juego se termino él salió corriendo hacia las gradas, buscándolo con desespero.
Si había ido, quería decir que quería verlo, ¿no?
Si había ido, significaba que había recibido el boleto y había aceptado ir, ¿no?
Si había recibido el boleto, significaba que había recibido los demás, ¿no?
Si había aceptado ese regalo, había aceptado también los demás, ¿no?
Y si todo eso era cierto, entonces... Entonces...
—Namjoon.
Lo había encontrado, yéndose en silencio y dándole la espalda pero no pudo permitirselo, por eso lo tomó de un hombro en cuanto lo tuvo a su alcance y lo llamó con una voz extrañamente baja. Jungkook no lo soltó, no se atrevió porque temía que desapareciera, temía que no fuera más que un sueño y que al despertar él no estaría ahí. Namjoon pareció calmarse y se giró despacio, librandose por fin del agarre en su hombro, ambos se miraron directamente a los ojos y se encerraron en una burbuja. Sintió la necesidad de decirle algo, por lo que su voz salió más alta y estable que antes, conciente de que era la primera vez que hablaban en años.
—Me sorprendió verte aquí, Nam... Namjoon. ¿Te gustó el juego?
—Sí, jugaron muy bien. Jugaste increíble, tus lanzamientos fueron los mejores...
—Oh.
Jungkook se permitió sonreír mientras sentía sus mejillas enrojecer un poco, ¿no era esa la primera vez que le daba un cumplido? Ambos se removieron nerviosos mientras salían de su burbuja gracias al bullicio del alrededor, estaban justo fuera del estadio, las personas que salían estaban envueltas en festejos o pesadumbre (dependiendo de a que equipo habían apoyado). Sin saber muy bien como actuar con el otro, el mayor decidió invitarlo a cenar esa misma noche, pues quería permanecer más tiempo a su lado pero era consciente de que debía volver con su equipo y además cambiar su uniforme.
Namjoon aceptó de inmediato, emocionado y con las mejillas rojas, era una cita, ¿no?
Obviamente, sí.
Jungkook no se había querido hacer ilusiones durante esos años en los que se hizo adulto pero esa noche reservó un restaurante elegante y se vistió lo mejor que pudo, llegó media hora antes de la cita, nervioso y ansioso. Veía cada tanto su reloj de muñeca, veía la entrada del lugar, luego veía la mesa y volvía a mirar su reloj, repitiendo el ciclo hasta que fue la hora indicada. Casi se sintió morir de felicidad cuando Namjoon entró por aquellas puertas de cristal y le sonrió avergonzado al cruzar miradas, el menor se veía mucho mejor que él y sentía desfallecer con cada paso que daba en su dirección, parecía estar atrapado en una fantasía de cuentos de hadas.
—Hola, Jungkook.
—Hola, Nam.
No pudo contenerse a la hora de levantarse para recibirlo con un beso en la mejilla, obteniendo a cambio un rubor más notable y tierno, incluso se atrevió a mover la silla para él. Al principio fue ciertamente incómodo, pues había mucha vergüenza y nervios, además de la historia previa entre ellos pero conforme fue avanzando la cena, la conversación se hizo más fluida y el ambiente alrededor de ellos mejoro. En algún punto los dos salieron del restaurante y caminaron por las calles iluminadas por la luna sin decir una palabra, Jungkook en un arrebato de valentía tomó la mano contraria y Namjoon correspondió el gesto, ambos sin mirarse directamente pero sonriendo felices.
—¿Quieres entrar?
—Está bien.
Y lo estaba, ¿no?
Sus sentimientos habían estado congelados durante años, almacenados en lo más profundo y oscuro de ellos a la espera de ser libres, a la espera de salir y ser correspondidos.
Tal vez por eso cuando a la mañana siguiente Jungkook despertó, en su apartamento, solo en su cama y vio una simple nota en la mesa sonrió conteniendose para no llorar por la felicidad.
Namjoon le había dejado su número de teléfono actual y su nueva dirección.
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⚾ Béisbol ⚾ Kooknam - Namkook [Bts]
Historia Corta¿Puede un deporte destruir una relación tan fácilmente? Tanto Jungkook como Namjoon aman el béisbol, siendo uno el pitcher y el otro el catcher (correspondientemente), conforman una de las mejores batery's pero eso no dura demasiado. El As de un e...