—Abran el libro en la página noventa.
Mi mirada se pierde en la imagen que me ofrecía la ventana, con la tenue sensación de quien se embelesa en solo permanecer en su mente. La madrugada, con tonalidades serenas y brisa mañanera, quizás era igual a todas las demás. El sonido rasgado del pasar de las páginas junto con los susurros casi fantasmales de quienes estaban alrededor, me hace recordar en dónde me encuentro.
Suelto un bostezó, la sensación pesada de somnolencia me advierte que es mi culpa no tener fuerzas. La maldición de los animes a veces puede ser mortal, verlos trae noches de insomnio. El cansancio me incita a cerrar los parpados, quería volver a estar entre las sábanas; sin embargo, el recuerdo de como Jin frustró mis planes de quedarme en cama sigue estando presente, lo hizo a punta de gritos. La insinuación de que era un vago luce como una farsa, en realidad no estaba haciendo nada malo; yo no soy igual a Ryome, que se la pasaba toda la noche en vela metido en páginas morbosas.
Lo irónico del asunto es que a él nunca le decían nada.
De pronto alguien se apoya en mi pupitre, su presencia me instó a salir de mi burbuja. Abrí los parpados con fastidio, queriendo mandar a la mierda a quien sea que estuviera molestando, y entonces vi aquellos ojos iguales al cielo. No miento cuando digo que por un momento, sentí que el tiempo se detenía, que no era necesario respirar ni mucho menos moverse. Él me observaba curioso desde la otra punta de la mesa, la cercanía repentina me causó escalofríos. El silencio, por otra parte, me alarmó. Pude notar como todas las miradas se clavaban en mí, como Megumi intentaba no reírse y como Nobara no le seguía el ejemplo.
Ah, estupendo.
—Entonces Idatori, ¿estas despierto? —Satoru me detallaba con diversión, apoyando el dorso de su mano en el mentón.
Me mantengo en silencio, sin despegar las iris de aquel rostro de facciones finas. Luego tengo el descaro de responderle con la misma sonrisa.
—No.
—Te lo voy a decir de la manera más sencilla: a ti mínimo te deben de faltar como tres neuronas—sentenció Megumi en medio de la cafetería. Su mirada recorría mi cuerpo por entero, parecía analizarlo, quizás juzgarlo.
El interior del comedor se parecía a cualquier otro. De estructura moderna, revestía la mayor parte de sus paredes blancas con piedra laja que combinaban perfecto con el piso de mármol azulejo. Las cristaleras se extendían por lo largo del perímetro, dejaban entrar por completo la luz de afuera. Miles de mesas ovaladas reposaban a los alrededores con sus respectivas sillas y en el fondo, se apreciaba a la perfección la vidriera con cientos de manjares.
—Vamos no es para tanto. —Intente sonar despreocupado, restarle importancia. Con los segundos me perdí en la pajilla de mi bebida, la contemplé en silencio mientras pensaba en las palabras de mi profesor de química; después del receso te quiero aquí para hablar de tu comportamiento. No me gustaría tener que llamar a tus padres, fue lo que le dijo con un tono andino. Me restregué la cara, con una amarga sensación de molestia—. Aunque ahora estoy en problemas.
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Cámara encendida // Goyuu
FanfictionEl amor a veces puede ser ciego, te venda los ojos y no te deja ver el infierno en que te has metido. Yuji lo entendió esa misma noche, entendió que su vida había caído en el peor de los abismos desde la primera vez que aceptó las caricias de su pro...