Capítulo 4: Rivelazione

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Martes 30 de octubre del 2018

Hora: 2:45 pm.

«Ven al estacionamiento después de clases y no le digas a nadie»

Intenté disimular la sonrisa que deseaba abrirse paso en mi rostro, el mensaje de Satoru invocaba en mí una extraña adrenalina que se apegaba a la curiosidad. Podía sentir como la sangre subía a mis mejillas y las bañaba de un suave rubor; o como las pupilas leían y releían el mismo mensaje con extrema atención. Tenía el corazón en la mano.

—Itadori Yuji, espero que le esté prestando atención a la clase.

Mi cuerpo reaccionó con un espasmo cuando la voz demandante de Nanami llegó a mis oídos. Alce la mirada, topándome con la penosa escena del tipo cruzado de brazos con cara de amargado y el resto de la clase observándome como si fuera la cosa más interesante del mundo. Qué vergüenza. Por instinto comencé a asentir, haciéndome el inocente, y sin que se viera tan notorio guardé el celular en el bolsillo de mi chaqueta.

—Sí, profesor...

Nanami arqueó una ceja, incrédulo, y alzó el mentón con autoridad.

— ¿Seguro, Itadori? ¿No se perdió en nada?

Me removí incómodo, echándole un vistazo al entorno. El silencio se opacaba con los susurros de algunos. Megumi desde la otra punta me observaba con pena. Nobara por su parte jugueteaba con un bolígrafo al lado mío. Unos cuantos ojos curiosos se paseaban por mi persona esperando una respuesta y otros parecían divertirse con el escenario. Exhalé cansado.

—Sí, profe, me perdí en algo.

—Oh, y cuéntame, ¿en qué te perdiste exactamente?

Detuve mi atención por un momento en el pizarrón y luego la volví a centrar en él con una sonrisa.

—En sus ojos, profe.

— ¡Yuji, idiota! Le hubieras dicho era un papucho —me reprocho Nobara mientras avanzaba por uno de los pasillos

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— ¡Yuji, idiota! Le hubieras dicho era un papucho —me reprocho Nobara mientras avanzaba por uno de los pasillos. Su mirada de molestia relucía tras las facciones duras de unas cejas que bajaban y se unían en el camino. Los dientes expuestos, finamente apretados, elevaban su riña más infantil.

Fushiguro le dedicó una mirada de fastidio ante el comentario. El gato negro de Edgar Allan Poe hacía acto de presencia entre sus manos; la textura lisa de la hoja dejaba ver el delicado subrayado azul pastel en la frase "Por lo menos en esto mi trabajo no ha sido en vano." Camine a su lado, tranquilo, con la sonrisa de siempre y los ojos fijos en la algarabía absurda.

—Hubiera terminado en dirección, Nobara.

—No, Itadori, tú desperdicias oportunidades. —Hizo un gesto vago con la mano, sin prestarle atención a lo que decía. La bipolaridad le llegó segundos después, cuando de la nada relajo su semblante y rompió la línea horizontal perfecta en la que caminábamos para ponerse en frente de los dos con una actitud juguetona—. Entonces, ¿preparados para la fiesta de Halloween?

Cámara encendida // GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora