Despertar

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Había sobrevivido a la maldición asesina nuevamente, pero no había huido. Se quedó a luchar, por eso no tomó el tren. Y allí se encontraba; sus varitas conectadas, sus fuerzas igualadas. 

Pero él acababa de recuperarse, estaba cansado, una fatiga crónica, y bastó la milésima de segundo en que eso colmó sus fuerzas para que también le diese ventaja al pedazo de humano con rostro reptiliano frente a él. Solo tuvo tiempo a mirarlo con todo el odio que le había reservado durante siete, ocho años y después, cerró sus ojos. Listo para morir. 

No sintió el golpe sordo contra el suelo, solo el inicio de la caída. Después, todo era oscuridad. 

Aunque... ¿qué era ese olor a frito? 

Luego, sintió un salto encima suyo y acto seguido, polvo cayéndosele encima. No acababa de procesar todo cuando escuchó el grito de su tía llamándole. No respondió. Solo reaccionó cuando ella misma abrió la puerta y lo arrastró fuera, sermoneándole simultáneo a las órdenes de aquello a realizar esa mañana. No dijo nada. Preparó el desayuno y lo sirvió; de reojo pudo echar un vistazo al calendario en el lateral de la heladera: estaba a un par de semanas del día en que recibía su carta en... ¿el sueño? ¿Vida pasada? No sabía cómo llamarle; cuando entrara en el mundo mágico, si es que existía y lo hacía, sería más conveniente atribuirlo a dones de adivinación si le contaba a alguien... 

Ya había pasado un tiempo del cumpleaños de Dudley, también... ¿aquello habría sido real? Era todo tan confuso...

− Apúrate, fenómeno; o creeré que estás queriendo repetir malvadas anormalidades como cuando Duddy cumplió años... No dudaré en repetir el castigo, de ser así

Bueno, eso respondía sus dudas.

Pasaron los días, él se destinó a hacer todas las labores que solía hacer. La misma vida monótona y aburrida que había llevado... Bueno, hasta la actual fecha, considerando que técnicamente todavía no sucedía todo aquello... Tal vez nunca sucedería... No se detuvo a pensarlo, pero  si sabía todo lo que acontecería y por qué, también podría evitarlo...

− Vamos, fenómeno. Ya debes haber terminado con las plantas; tírate una ducha con la manguera y vete a dormir. 

Asintió y obedeció.

A la mañana siguiente, hizo el desayuno, sirvió a todos y cuando se iba a sentar, como en su vida o premonición pasada, Dursley senior mandó a Dudley, que se negó y lo mandó a él, quien por la mera gracia que le traía el recuerdo devolvió la respuesta última, y como la última vez, debió esquivar el bastón de su primo. Pero lo que le siguió fue la primera diferencia. Velozmente escondió la carta entre sus ropas mientras se giraba, dentro de la cintura del pantalón, sostenida por un cinturón para  que no se le caiga. Una descarga de adrenalina tuvo lugar en su torrente sanguíneo, pero logró simular calma. Qué haría, no sabía. Pero definitivamente evitaría aquel caótico suceso de la semana en que le fueron enviadas las cartas. 

Por ese día, siguió la rutina como de costumbre. Tarde por la noche, se le ocurrió ir en ese momento. Robó los billetes que calculó estrictamente necesarios del florero en la entrada, donde sabía que el hombre dejaba algo de dinero de emergencia que pudiera necesitar su esposa por algún improvisto mientras él trabajaba. Entonces, ese joven Harry Potter de once años salió a hurtadillas de la casa de sus tíos.

Tuvo que recorrer varias cuadras, pero finalmente pudo tomar el transporte público del turno nocturno. Una vez en Londres, caminó muchas cuadras más hasta toparse con el Caldero Chorreante. Como no creyó que el banco o ningún local estuviera abierto esa noche, y como tampoco tenía a dónde más ir en ese instante, pidió una habitación y preguntó si de momento aceptarían dinero muggle, prometiendo que por la mañana podría proveerle del mágico, pagando por adelantado la estadía del mes. Por suerte, todas sus súplicas internas fueron oídas por algo superior omnipresente y recibió una respuesta afirmativa a la par que la ausencia de preguntas; no hubiera sabido qué responder. 

Esa noche no pudo dormir, así que, temprano por la mañana, o la madrugada más bien, se dirigió al Callejón Diagon. No supo cómo pero logró acertarle con el patrón de los ladrillos y el pasadizo se abrió. Fue directo a Gringotts.

Premonición [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora