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Justin;


Mis últimos años de vida se encuentran llenos de soledad, angustia y lo peor de todo, miedo. Realmente se me dificulta explicar por qué pero odio a las personas, aunque pensándolo mejor, diría que mi odio no es exactamente hacia las personas como tal, sino a relacionarme con ellas, debido a ello, odio el instituto, odio la sociedad, odio a los profesores, odio las clases y odio salir de casa, simplemente odio todos los lugares donde sea necesario socializar con los demás, y eso se debe a que no he podido aprender a confiar y a soltarme. Tan solo pensarlo me causa escalofríos, me causa miedo, me hacen sentir nervioso.

No confío en nadie, absolutamente nadie.

Desde hace mucho tiempo he pensado que las personas solo hieren y destruyen, no entiendo por qué es así, y creo que nunca lo entenderé, pero esa siempre ha sido la información que tengo más clara en mi cerebro.

Mis padres, los psicólogos, psiquiatras y familiares siempre me han considerado como alguien asocial, y todo eso no está lejos de la realidad, porque lo soy. No me gusta estar cerca de los chicos y chicas de mi vecindario o de ninguno otro.

No me gusta venir al instituto, no me gusta que haya amigas de mi madre en casa, no me gusta ir a comer en restaurantes, no me gusta ir al centro comercial. Siempre he tenido una lista mental de las personas con las cuales socializar no es aterrador, y solo están cuatro nombres; mi madre, mi mejor amigo, mi psicólogo y mi profesor de Psicología.

Hace más de cinco años que ninguna otra persona ha podido entrar en esa lista.

Además, saliendo de todo el tema, algo que todo el día ha estado rondando en mi mente es que odio a Skinnie Jules.

Ella estaba sentada junto a mí con cara de aburrimiento, mordiendo sus uñas hasta las cutículas, miré discretamente, podía notar que salía un poco de sangre de ellas pero parecía hacerlo solo por placer y no por nerviosismo.

Pero yo sí lo estaba.

Estaba nervioso, extremadamente nervioso, estaba entrando en pánico, quería vomitar, quería golpear algo, quería simplemente ir a casa y ocultar mi cara en mi almohada. Yo nunca me había metido en problemas, no estaba acostumbrado a esto, pero para Skinnie eso era normal y al parecer para ella también era normal compartir los hechos con personas inocentes.

Estaba tan asustado, parecía una marica. Soy toda una marica. Toda, toda, toda, toda una marica.

¿Cómo puedo tenerle miedo a todo esto?

Y a pesar de que no la conozco del todo, Skinnie me hace sentir incómodo, es el tipo de persona que solo acercarte a ella, sientes que te causara problemas. Solo podría describirla como impredecible.

Soy. Toda. Una. Marica. Repetía en mi cabeza entrando en pánico.

"Torpe." Se escapó de mis labios sin siquiera darme cuenta de ello.

Cubrí mi rostro con mis manos, podía apostar que estaba ruborizado de la vergüenza, ¿Qué pensará Skinnie ahora? Ella solo me miró con sus ojos verdes bien abiertos y evidentemente molesta. Abrí los labios para decir algo pero ella me interrumpió antes de que pudiera pronunciar alguna sílaba.

"¿A quién le dijiste torpe?" Preguntó de manera ofensiva.

"No fue a ti. Cla...Claro que no." Estaba tan nervioso. "Me lo dije a mí mismo."

Aunque siendo sincero, en realidad ella era la torpe, ¿A quién se le ocurriría hacer una broma en la noche? Pero debo admitir, yo soy un estúpido, debía entrar de primero al salón y hacerle creer a todos que fui parte de la broma, ganarme un pase para ir a la oficina del director junto a Skinnie, y para más ella, no quiso admitir que fue sola y me gané castigo por un mes.

Wild Skin ➳ Justin Bieber #1 (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora