Capítulo 7.

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Me desperté con la tenue luz que entraba por la ventana, estaba en un lugar que no era mi habitación, era mucho mas grande, con un gran armario, ventanales en las paredes y una gran cama en la que yo había dormido.

Ayer me debí de quedar dormida en el coche de Mario. Supongo que me habrá traído a su casa.

Me levanté y salí del cuarto. Había un gran pasillo.

Pase por al lado de un baño y de una habitación con la puerta entreabierta. Me asomé para ver si encontraba a Mario.

Le vi dormido en la cama de la habitación. No llevaba puesta la camiseta, lo que me hizo sonreír levemente. Tenía el pelo ligeramente despeinado y la cara aplastada entre las almohadas.

¿Cómo puede ser que una simple persona sea capaz de causar sentimientos tan extraños y confusos en mí?

Decidí no despertarle e ir a hacer el desayuno, como agradecimiento por lo que había hecho por mí ayer.

Todavía llevaba el vestido de fiesta y no tenía nada que ponerme aquí.

Fui hacia el gran armario que había en la habitación y saqué una sudadera del BVB de Mario y me la puse. Me quedaba como un vestido de largo pero era más cómodo que lo que llevaba yo.

Hecho esto, baje a la planta de abajo buscando la cocina y enseguida la encontré. Ya había estado el día que Mario me invitó a comer. Era muy amplia y con unos electrodomésticos y encimeras en tonos grises y blancos.

Saqué todo lo necesario para preparar el desayuno, como no sabía lo que le gustaba a Mario saqué un poco de todo.

Preparé unas tostadas, mantequilla y mermelada para untar, leche, zumo, galletas, cacao y café. Lo puse todo en una bandeja para llevarla a la habitación de Mario.

Entré en el cuarto y vi como Mario seguia durmiendo.

Coloqué la bandeja sobre la mesita que había junto a la cama y me agaché para despertar a Mario.

-Mario, despierta.-Dije moviendo ligeramente su brazo.

Él comenzó a abrir los ojos y se sentó en la cama bostezando.

-Buenos días. - Dije sonríendo.

-Buenos días, ¿y esto? - Dijo devolviendome la sonrisa y señalando la bandeja.

-Te he hecho el desayuno para darte las gracias por lo de ayer. - Dije sentandome a su lado.

-No hacía falta, pero muchas gracias.-Él sonreía sin parar y me lo estaba contagiando.- Bueno, pues desayunemos.-Dijo cogiendo la bandeja.

-Como no se que es lo que te gusta he puesto un poco de todo.-Dije.

-Me gusta todo, gracias por molestarte.- Dijo levantando las sábanas y haciendo un gesto para que me sentara junto a él.

Así lo hize, Mario colocó la bandeja sobre sus piernas y comienzamos a desayunar.

-¿Por qué no me llevaste a mi casa anoche? - Pregunté mientras untaba una tostada con mantequilla.

-Te quedaste dormida en el coche y no quería despertarte. Parecías cansada.- Contestó sonriente.

-Muchas gracias y también por lo de ayer. Yo te hablé mal y tú en cambio, estuviste conmigo y me animaste.-Dije sincera. Aunque no podía entender como la persona que te causa esa tristez puede a la vez animarte.

-Yo también me lo pase bien y no me agradezcas nada, me encanta animarte y que sonrias.-Dijo poniendo un mechón de mi cabello detrás de la oreja. Yo sentía como mi cara se iba transformando en un tomate, por su proximidad y por el hecho de que no llevaba camiseta.

Ni contigo, ni sin ti. (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora