Capítulo 3

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Terminando las clases se dirigieron las cuatro amigas al edificio de rectoría para ir por quienes serían sus discípulos en los días siguientes.

-Chicas que gusto verlas por aquí- les dijo sonriente Carlos, el asistente de la Rectora- están ya dos de nuestros nuevos alumnos esperando para poder iniciar su tutoría; María, Sabela, ustedes primero- las llevó junto a dos chicos que aguardaban en el pasillo.

-Hola soy Sabela, mucho gusto, voy a ser tu guía estos días, he preparado un recorrido con lo más sobresaliente de la universidad, si tienes alguna duda detenme en cualquier momento por favor y con toda confianza revisamos cualquier inquietud- la estudiante a su cargo asintió fascinada, Sabela había dicho aquello en un tono tan dulce y amable que la chica se había relajado y estaba emocionada por empezar el trayecto.

A la presentación de Sabela le siguieron unos momentos de silencio, en espera de que fuera la Mari quien tomara la palabra e hiciera su presentación ante su pupilo, pero como esto no sucedió Sabela tuvo que darle un codazo para que se presentara- Aaay! protestó María al sentir el golpecito, y al ver la mirada que Sabela le estaba lanzando no le quedó otro remedio que presentarse- Soy María, es todo lo que necesitas saber de mí y vámonos de una vez que entre más pronto empecemos más pronto acabamos- se dio la media vuelta y empezó a caminar, el estudiante se quedó parado en su sitio sin saber bien que hacer y la Mari que ya estaba varios metros adelante dijo en voz alta y sin dejar de avanzar- Yo ya he empezado el recorrido, si no te apresuras lo termino sin ti- por lo que el chico, con cara de terror, corrió para alcanzarla.

En ese momento llegó una chica preguntando tímidamente por su tutoría, por lo que Carlos se la asignó a Afri y después de una breve presentación se pusieron en marcha, dejando a Alba y a Carlos en espera del último estudiante.

- ¿Cómo están tus padres Alba?

-Están muy bien gracias, papá trabajando como siempre y mi madre está a tope con la fundación.

- ¿Ya volvió tu padre de Londres? Hay una invitación que queremos enviarle.

-Regresa en unos días.

-Si tu padre ya está aquí para el sábado es probable que la rectora lo vea en club y se lo comente.

- Mi padre tiene un torneo de golf este fin de semana, seguro estará ahí.

Unos diez minutos más tarde apareció corriendo por el pasillo una chica altísima de cabello negro que paró en seco frente a ambos, respirando agitadísima mientras se disculpaba sin parar- Perdón, perdón, odio llegar tarde, no suelo hacerlo, es que me he perdido un poco y...

Pero Alba no terminó de escuchar las disculpas, pues se quedó completamente paralizada, el pasillo se le fue desdibujando de a poco y aunque podía verla gesticular alguna cosa, no supo en qué momento todo a su alrededor pasó de verse borroso a convertirse en una tenue sombra, así hasta desaparecer, todo excepto la imagen de aquella chica, ya no alcanzaba a distinguir ningún sonido y el tiempo parecía haberse detenido en un instante eterno, en el que solo podía pensar que no había visto nada más bonito en su vida.

La recién llegada había terminado ya con su monologo y al ver que no había ninguna respuesta de parte de aquella chica rubia miró nerviosamente a Carlos en busca de ayuda y este, que miraba fijamente a Alba como tratando de descifrar por que la chica había dejado hasta de pestañear, tuvo que hablarle en un tono más alto de lo normal para traerla de vuelta.

-Eh, ¿qué? ¿quién? – dijo Alba todavía un poco ida.

-Por Dios niña, espabila, que aquí tienes a la estudiante que se te asignó para estos días.

-Sí, claro, claro, disculpa, soy.. soy..

-¿Alba, estás bien? – dijo el asistente ya un poco preocupado.

- Sí, eso mismo, soy Alba, Alba Reche, tanto gusto- y le tendió la mano.

-Soy Natalia, mucho gusto, correspondió a su saludo tomando la mano de Alba con una sonrisa.

Carlos que ya se estaba desesperando con la escena tuvo que intervenir- pues bueno, hechas las presentaciones y tomando en cuenta que se está haciendo tarde, es mejor que se vayan y empiecen de una vez.

Ambas chicas se sonrieron tímidamente y enfilaron por el pasillo para comenzar a bajar por las escaleras del edificio, emprendiendo su viaje a los rincones de la Metro.

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