Capítulo 5

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Se encontraban las cuatro amigas desayunando en la cafetería de la Facultad de Psicología, donde estudiaba Sabela, aprovechando que pudieron cuadrar sus horarios de ese día para hacerlo.

- ¿Alba cuándo vamos a empezar con los ensayos? Preguntó de pronto Afri.

- Es que todavía no termino mi tutoría- contestó como si nada, esperando que eso bastara, pero sabiendo que no tendría tanta suerte.

- ¿Qué? - dijo la Mari perpleja- Alba que no es tan difícil, le dices donde está su facultad, muéstrale las bibliotecas, las cafeterías, el váter y ya está, ¿para qué más? dos horas a buen paso y pan comido tía.

Alba, que era consciente de que debió haber terminado el recorrido en máximo dos días, no encontraba como justificar semejante retraso, pues todas comenzaron el martes y ya era viernes y, según ella, aún le faltaba bastante que mostrar. La verdad era que había estirado la semana a más no poder, le gustaba pasar tiempo con Natalia, a la que tampoco se le miraba incomoda, hablaban de cada pequeña cosa tan largo y tendido que parecía que se iba a acabar el semestre sin poder contarlo todo.

-Qué sé yo Mari, la chica está interesada, se preocupa por todos los aspectos de su educación, además la Metro es un monstruo tía, que para recórrela toda necesito un carrito de golf, ¿tú me vas a conseguir uno? dime.

-Ella preocupadísima por la educación del prójimo- dijo Sabela lanzándole una mirada de complicidad a la Mari.

-Te traigo el carrito de mi padre mañana, - intervino Afri- pero acaba con esto por favor, que todo el verano fuimos unas vagas y ya no recuerdo ni el nombre de los acordes.

-Pues muy bien, espero el vehículo- dijo Alba sin ceder un milímetro- además ¿quién soy yo para negarle conocimiento a alguien que tiene tantas ganas de aprender? preguntó con ironía y se encogió de hombros intentando no reír, sabiendo el pique que se venía.

-Que sacrificada es mi niña, una mártir de la educación, ni María Montessori vamos- le contestó la Mari a Alba mientras se volteaba para ver a África- podrías traerle un jet y ni así, pero a ver, ¿cómo va a acabar? si se la pasa tonteando en cada esquina con la morena esa que le han puesto a lado- aseguró con una sonrisa burlona, tanteando el terreno.

-Yo no estoy tonteando con Natalia- respingó Alba dando un saltito en su asiento.

-A vaya, Natalia, tenemos un nombre señoras – dijo la Mari dando un golpecito en la mesa en tono triunfante.

- ¿Y tanta risa? - preguntó Sabela aprovechando el momento.

-Bueno que es graciosa, uno se ríe, lo normal vamos- Alba intentaba mantenerse serena ante los pensamientos que se empezaban a agolpar en su cabeza, hasta ese momento había podido mantenerlos a raya, sabía que disfrutaba el rato que pasaba con Natalia, pero había evitado profundizar en aquello, por lo que, el hecho de que alguien más le estuviera insinuando, aunque fuera entre bromas, la remota posibilidad de estar tonteando con ella, la ponía en estado de alerta, por un lado podía sentir en algún pequeño y muy lejano lugar de su pecho, las ganas de dejar fluir la ilusión por alguien, y por el otro no estaba segura de encontrase lista para pisar ese terreno, en el que se había convencido hacia un tiempo que no sabía andar, trató de restarle importancia a aquello para poder seguir donde se habían quedado- ¿ustedes de dónde sacan todo esto para empezar?

-Tenemos ojos en todos lados Reche- contestó la Mari- que nadie te juzga eh, que si yo estuviera acompañada de ese pibón también me inventaría cualquier cosa para alargar el recorrido- subía y bajaba las cejas en tono insinuante.

- ¿Qué pibón? ¿Quién es Natalia? - preguntó Afri que no se enteraba de nada.

- La alumna aplicada de Alba, que al parecer quiere obtener la nota máxima en conocimiento de la Metro, o en conocimiento de la Reche, no se sabe- le contestó Sabela que tomó la mano de Alba para ponerse un poco más seria- no hay en el mundo una persona con tantas ganas como yo, de que por fin te decidas a estar con alguien, pero tenemos que ensayar.

- Por qué no la traes al ensayo Alba, así la conocemos, que estoy perdidísima y no me parece justo- se cruzó de brazos Afri.

- ¿Para que la quieren conocer ustedes? No hay nada que conocer.

-Déjala- le dijo Sabela a Afri- la tengo ubicada, en el momento menos pensado le pido que me dibuje un árbol y una casa y vamos viendo.

-No le hagas tus análisis psicológicos a Natalia- protestó Alba.

-Entonces tráela al ensayo- la retó la Mari.

- Pfff - rodó los ojos Alba, lanzando un soplido que le alborotó el fleco- ¿pero prometen que se van a comportar?

-Alba tía que ofensa, ¿quién te crees que somos? – la Mari se llevó una mano al pecho fingiendo indignación.

Alba entrecerró los ojos y las miró a todas señalándolas con un dedo en actitud amenazante.

-No te vamos a hacer pasar vergüenza tía, promesa de scout- dijo la Mari con la mano derecha en el corazón.

-Tú no fuiste scout- la corrigió Afri.

- ¿De qué lado estás?- Y le dio una patadita por debajo de la mesa.

-Vale, se lo voy a sugerir, ya queda de ella, así que no prometo nada, pero a la primera que algo salga mal se acaba, ¿entendido? – les advirtió Alba, que en el fondo estaba agradeciendo a sus amigas que le proporcionaran una manera de seguir viendo a Natalia sin tener que aceptar que era ella la que se moría por una excusa.

Las tres pusieron su mejor cara de niñas incapaces de romper un plato y asintieron sin dudar.

-Ensayamos el lunes- determinó Alba, y entre miradas de complicidad quedaron contentas todas.

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