Natalia se había despertado aquella mañana más temprano que de costumbre. Despertado es un decir pues la realidad era que no había dormido casi nada la noche anterior, sabía que ese día era inevitablemente el último de ese flamante recorrido que había venido haciendo a lado de aquella rubia que le resultaba fascinante. Esperaba que al final del día no hubiera algún tipo de examen de historia de la Metro porque, la verdad sea dicha, no había puesto atención a nada que no fuera la manera en que Alba se reía, como pronunciaba las palabras, el tono ronco que coloreaba su voz, los gestos que hacía cuando algo le parecía importante y por supuesto todas las conversaciones que habían tenido sobre cualquier tema, que empezaban por una cosa y las llevaba a otra y a otra sin que pudieran terminar nunca, hablar con Alba jamás la cansaba, por lo que llevaba días pensando que decirle para agradecerle todo aquello. Ni en sueños hubiera esperado que su primera semana en la universidad pudiese resultar de esa manera y Alba lo había hecho posible. Su deseo era poder seguir viéndola, pero se había dado cuenta de la cantidad de gente que saludaba a la rubia y las miradas que recibía, pensaba que, gente con la que pasar el rato, no le faltaba, si bien había sido increíblemente atenta con ella, intentaba mantener los pies sobre el suelo, suponía que era parte de la personalidad de Alba, lo más seguro es que sólo estuviera siendo amable, como con todos, se notaba que esa chica era de lo que ya no hay, pues además Natalia tenía presente que la Metropolitana de Madrid era una universidad con una matrícula muy costoso y aunque era evidente que a Alba le sobraba plata, era una persona de una sencillez insólita, pues la gente de esa posición que ella había llegado a conocer eran todos unos pesados, por decir lo menos.
Conforme las clases del día transcurrían, Natalia se iba poniendo cada vez más nerviosa, esperaba que llegara y que no llegara el momento de encontrarse con Alba, por un lado quería verla y por el otro no quería que esas tardes terminaran. Como es que la misma situación te puede producir emociones tan opuestas, era la parte del día que la ponía más feliz y tenía que acabar, que injusta la vida.
Se encontraron en la facultad de Bellas Artes, la cual Alba había dejado para el final y se le mostró con mucha ilusión, Natalia escuchaba con atención todo lo que le decía y en cada oportunidad que tenía le hacía preguntas sobre lo que veían, su interés era genuino pues se sentía contagiada con el entusiasmo de Alba y le gustaba además verla hablar con esa intensidad de lo que la apasionaba.
- ¿Cuál es tu pintor favorito?
-Remedios Varo- Alba sacó su móvil y le mostró a Natalia varias fotografías de sus pinturas.
-Entre que me gusta y me da un poco de miedo, ¿te imaginas despertar a mitad de la noche y ver un cuadro de ella frente a tu cama?
-Bueno sí, que no está para tenerlo en tu habitación claramente, ¿qué cuadro tendrías tú?
Natalia achicó los ojos mientras pensaba- tal vez la noche estrellada de Van Gogh, ¿por qué crees que se haya cortado la oreja?
-No lo sé, Van Gogh tenía muchos problemas mentales, hay muchas teorías, algunos creen incluso que sus delirios pudieron haber sido consecuencia de una enfermedad en los riñones.
-Anda los riñones, voy a tener que dejar la coca cola.
-O como consecuencia de la sífilis.
-Anda sífilis, voy a tener que dejar de ... -Alba alzó las cejas esperando a que terminara lo que iba a decir - de perder el tiempo y leer más sobre la vida de Van Gogh porque ese dato no lo conocía- Alba negó con la cabeza mientras se reía. – La verdad es que creo que tiene que ver más con el hecho de que le pusieran el nombre de su hermano muerto- explicó Natalia ya un poco más en serio- camino al colegio tenía que pasar por el cementerio, así que por años vio una lápida con su nombre, como para no desequilibrar a cualquiera sinceramente.
-Eso no lo sabía.
-Te puedo sorprender- le dijo Natalia guiñándole un ojo.
-Me he dado cuenta ya- dijo Alba sin pensar mientras se aclaraba la garganta- también se cree que no se la cortó él, sino su compañero de piso Gauguin, parece que tuvieron algunos problemas.
- Es que hay que tener cuidado al elegir a tus roomies ya te digo, luego no sabes a quien metes a tu casa, tal vez el chaval dejaba las colillas de los cigarros por todos lados, o le cambiaba la contraseña al wifi, o se comía el táper que Vincent tenía reservado para la noche, o quizá el pesado era Vincent y entre una cosa y otra zas- hizo un movimiento karateka con el brazo como rompiendo una tabla - una oreja menos.
Alba se llevó una mano a la cara sin parar de reír- ¿de dónde sacas tanta tontería?
- ¿Me estás diciendo tonta? Qué vergüenza Alba Reche, que trates así a un estudiante de nuevo ingreso– dijo cruzándose de brazos mientras se volteaba para darle la espalda.
Alba, que solo podía reír, la tomó del brazo para que se girase a verla, Natalia sintió un calorcito recorrerle medio cuerpo pues, además del saludo de mano que se dieron el primer día, no había vuelto a tocarla- No te digo tonta, digamos que admiro tu capacidad de transformar cualquier cosa en algo que me hace reír.
Es que te ríes tan bonito.
- ¿Sientes algo en el estómago cuando te hago reír? - Preguntó Natalia que se había puesto seria de repente.
-Sí- dijo Alba sonrojándose.
Mariposas me parece que son.
-Entonces cuenta como haber hecho abdominales- le dijo Natalia mientras soltaba una carcajada, la cual Alba acompañó con una sonrisa bastante forzada por decir lo menos.
No iban por ahí los tiros Reche, uff el ridículo que estuvimos a punto de hacer.
-Se dio cuenta que seguía teniendo su mano sobre el brazo de Natalia sin ninguna justificación y se vio obligada a soltarla- Bueno creo que esto ha sido todo- dijo Alba que se había quedado sin más campus que recorrer.
-Sí, creo que sí, que al final ni tan grande la Metro ¿no? que me da la sensación que el tiempo se nos pasó volando, al menos a mí, fue la compañía- dijo Natalia mientras se rascaba la nuca.
- ¿Quieres mi número? – le preguntó Alba de repente y Natalia se llenó de ilusión- por si llegas a tener alguna duda de cualquier cosa de la universidad- adiós ilusión.
-Ah para eso- dijo Natalia por lo bajo sin que Alba la llegara a escuchar del todo.
Pues claro que para eso, tantito sentido común te pido.
- ¿Perdón?
-Nada, que sí, que tomo tu número por cualquier duda- se quedaron ambas en silencio por primera vez en una semana, sin saber muy bien como despedirse de algo que ninguna de las dos quería dejar.
-Natalia ¿te conté que tengo una banda?
Natalia que no se esperaba aquello la miró sorprendida- no, no me habías dicho nada, que guay ¿de qué es tu banda?
-De música- Alba se arrepintió al instante en que lo dijo. -Es obvio que de música por favor. - Quiero decir una banda de rock- pop, un poco de todo realmente, lo que nos apetece, bueno que tampoco es que YO tenga una banda, lo he dicho mal, formamos una con mis amigas, bueno da igual sabes no es que sea algo profesional ni nada, lo hacemos por diversión- se iba la Reche por las ramas a medida que se ponía nerviosa- creí que igual, no sé, ya que estudias música, te gustaría ir a alguno de nuestros ensayos, no es que vayas a aprender algo ahí pero igual por pasar el rato, si tienes tiempo claro...
-Claro- respondió Natalia con total seguridad, sin dejar que Alba terminara, y mejor porque parecía que, a ese paso, no iba a acabar nunca - tú dime cuando y donde y yo estoy ahí.
Vale, contestó Alba mucho más tranquila y encantada- el lunes a las seis en el auditorio pequeño de tu facultad.
-Hecho, oye Alba...
- ¿Sí?
Natalia se acercó a ella, se agachó un poco y le dio un beso en la mejilla- gracias.
Natalia que se había devanado los sesos pensando que decirle para agradecerle, no pudo hacer más que eso, esperando que aquel gesto bastara para expresarle lo que ella no pudo con palabras.
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LA METRO
FanfictionNo son los sueños rotos los que nos destrozan, son los que no nos atrevemos a soñar.