Eran las dos de la tarde de un día medio nublado, Alba se encontraba sentada en el suelo, afuera del salón donde había tomado su última clase, tenía las rodillas flexionadas a la altura del pecho y el cabello revuelto, pues solía tocárselo constantemente cuando comenzaba un nuevo lienzo, en la mano derecha sostenía un cigarro mientras contemplaba las primeras gotas que se precipitaban desde el cielo. Aunque a mucha gente la lluvia le podía parecer deprimente, no era su caso, disfrutaba de la estación lluviosa como de todas, pues tenía una inclinación natural en buscar la belleza en cualquier parte, suponía que por eso la carrera que eligió le venía tan bien, ya que después de sus ejercicios de contemplación sentía la necesidad de plasmar aquello de alguna forma, encontraba belleza no solo en las imágenes, también en los sonidos, en el tacto, en las emociones, disfrutaba poder percibir la vida de esa manera y le merecía la pena tomarse el tiempo para hacerlo. En esas estaba cuando un regaño la tomó por sorpresa.
-No está permitido fumar en las instalaciones de la universidad- Alba dio un pequeño salto del susto.
-Nat me asustaste, dijo Alba llevándose una mano al pecho y alzando la vista, teniendo que doblar el cuello demasiado, pues al estar ella sentada, elevar la mirada hasta el rostro de Natalia era un viaje largo.
- ¿Fumas?
-No, le pido a alguien que me lo encienda y después lo sostengo un rato.
Natalia soltó una carcajada que hizo que varios compañeros de Alba voltearan a mirarlas, tomó asiento junto a ella y se acomodó en el suelo con las piernas cruzadas – ¿Me compartes de tu piti o me regalas uno?
Alba le tendió el que tenía en la mano.
-No deberíamos de fumar sabes, es malo, afecta un montón de cosas.
-Ya, he pensado en dejarlo, por ahora no ha pasado de una vaga idea.
-Yo también lo he pensado, ¿qué te parece si lo intentamos juntas? Formamos nuestro propio grupo de autoayuda, sesionamos por las noches de nueve a diez, no necesita ser anónimo, sólo somos dos y ya nos conocemos. -Natalia le pasó el cigarro como si quien lo tuviera pudiera tomar la palabra.
- No lo sé Rick- le contestó Alba dudando - ¿Qué haríamos para dejarlo?
- ¿Cuántos cigarros te fumas al día?
-No sé, dos, tal vez tres.
-Vale, lo podemos disminuir poco a poco, para empezar uno de esos tres lo vamos a compartir tú y yo, así estaremos reduciendo desde hoy medio cigarro, ¿qué te parece?
-Sensacional, este grupo no lleva ni cinco minutos y ya noto progresos, veo sólo éxito en nuestro futuro- le contestó Alba divertida, dando una calada.
Natalia se levantó del suelo riendo- Te burlas ahora pero cuando veas como triunfamos a ver si te parece tan gracioso.
-Cuando vea que triunfamos me voy a reír aún más de pura alegría- le respondió en un tono que parecía sugerir que la Reche quería ganar algo más que la carrera contra el vicio, le dio la última calada al cigarro y Natalia, que no esperaba algo así, sintió un cosquilleo en el pecho, por más que anhelara que Alba pudiera interesarse por ella, no quería ilusionarse de más, para después darse cuenta que todo eran ideas suyas, pero no lo pudo evitar.
Natalia le tendió la mano para ayudarla a incorporarse y tiró de ella un poco pasada de fuerza, lo que hizo que Alba perdiera el centro y quedara inclinada hacia Natalia, las risitas de hace un segundo desaparecieron, dando paso a los nervios, pero a los nervios bonitos, de esos que te aceleran el corazón y te hacen trabarte al hablar. Natalia sostuvo a Alba por los brazos, lo cual realmente no era necesario, pero no iba a ser ella quien desperdiciara una ocasión para tenerla un poquito más cerca, aunque eso la hiciera oscilar constantemente entre la risa tonta y el nervio torpe.
ESTÁS LEYENDO
LA METRO
FanfictionNo son los sueños rotos los que nos destrozan, son los que no nos atrevemos a soñar.